San Juan de los Morros.- Los escritores se caracterizan por mirar más un poco allá de donde ven la mayoría de los mortales, abstraídos en su rutina que dejan de mirar lo simple de la vida y se centra en lo extraordinario, dejando de lado lo obvio, que es donde se encuentra la verdadera esencia de la vida.
El presente relato está tomado del blog de Mario Celis Cobeña del libro inédito que denominó “Un viaje increíble”. Aquí realiza “una triste evocación pero a fin de cuentas, así es la historia y, especialmente cuando ha sido escrita por quienes en ella han salido victoriosos; entonces será para la reflexión, con motivo del 12 de octubre, – recordatorio de aquel, del año 1492—, un pequeño fragmento ilustrativo de aquella significativa gesta que esta fecha simboliza. Conocida por todos nosotros los más mayorcitos, desde nuestros tiempos de estudiantes primerizos y sin andarnos tanto por las ramas, simplemente como el ´día de la raza”.
…Semejante situación tan adversa estaría viviendo aquel pueblo, de nuevo, por la desobediencia hacia sus dioses −prosiguió Hilario−, que revelaba la profunda decadencia de sus otrora poderosas instituciones incaicas; colapsadas sin que sus jerarcas los Sapas y Huillaq Umas, pudieran hacer nada efectivo por salvarlas, debido especialmente al inevitable desmoronamiento de sus cimientos como tal.
Envueltos todos ellos al final, pese a lo exclusivo de su linaje, en un conflicto de intereses tan profundo que chocaba contra las creencias de toda una nación. Que llegaría a cuestionar, cada quien por su lado, la existencia y validez de muchas de las deidades que desde un principio fueron veneradas por todos en igualdad de condiciones, como buenos y piadosos feligreses que fueron; y que antaño, eran consideradas como sus benefactores particulares, así como también los protectores en la diversidad, de su gran imperio.
…Arribarían así —seguía Hilario en su exposición—, a una verdadera anarquía en que la población se peleaba a muerte por la imposición de los dioses de su preferencia, situación que muy probablemente sería la causa de sus flaquezas ante la repentina llegada de los conquistadores españoles —confundidos esa vez con los malukos, del Norte; enceguecidos como estaban por sus pecados, que no los dejaba ver con claridad la cruda realidad—, quienes dándose cuenta de ello supieron utilizarlos a unos contra los otros hasta lograr someterlos, no sólo por la vía militar sino también mediante la catequización; pese a contar los nativos con una marcada diferencia numérica y, naturalmente, con un mayor conocimiento de su propio territorio. También a favor suyos.
Imponiéndose en última instancia los recién llegados europeos tanto por sus mañosas estrategias de hombres sin escrúpulos, “corridos como se dice, en las siete plazas”, así como por el abusivo y despiadado imperio del acero y, de las armas de fuego. Haciendo del Arcabuz y el Mosquete sus banderas; los que obviamente, significaron la diferencia en sus batallas y, finalmente en la guerra. Amén de la presunta participación del perro, y el caballo, como elementos de intimidación psicológica utilizada por los conquistadores; cosa que de ser así —cuestionada hoy por múltiples instituciones mundiales de protección animal—, además de ser una barbarie los convirtió en obligados e inocentes alcahuetas de postín, en toda esta truculenta historia del fantasioso don Hilario…
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El Tubazo Digital – Ramón Figuera