San Juan de los Morros.- Mi tío, Horacio Scott Power, en un congreso de los trabajadores en China, en representación de Venezuela.
Esto fue en la década de los sesenta. Mi padre y mi tío eran hermanos que de cuando en cuando se enfrentaban en tiroteos verbales de alto calibre: socialcristiano el primero y comunista duro el segundo, las confrontaciones eran inevitables y épicas.
Pero mi tío Horacio fue el único tío afectuoso y cercano que tuve por el lado paterno… Los demás resultaron muy lejanos.
Fiel al ideal comunista, fue ateo hasta el final, y rechazó mi prédica con un benevolente:
“A vaina… ¡Déjame morirme tranquilo!”
Con el cura no fue tan pacífico, y lo rechazó con rudeza, sacándolo del cuarto. Murió un martes de 1985.
Lo quise mucho…
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