Caracas.- Existe una técnica cotidiana que la mayoría de los individuos practicamos cuando la situación en la que nos encontramos es estresante, y es hablar con uno mismo para impartirnos instrucciones y reducir el estrés.
El empresario Steve Jobs (1955-2011) recordaba la importancia de esta charla solitaria: “No permitas que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior”.
Continuamente, nos decimos lo que tenemos que hacer en una determinada circunstancia, nos damos ánimos o nos reprendemos por haber actuado mal. Pero se trata de una conversación oculta, y si sale a la luz accidentalmente cuando hablamos solos y alguien nos escucha, nos avergüenza.
Desde nuestra infancia, esta acción desempeña un papel vital en la regulación de la forma de pensar y de comportarnos. Con ella, ensayamos conversaciones, escenas posibles y nos autocontrolamos para evitar acciones precipitadas o reflexionamos y debatimos con nosotros mismos.
La importancia de esta voz interior se hace más nítida cuando se analiza a personas que han perdido su fluidez habitual. Es lo que le ocurrió a la neurocientífica Jill Bolte Taylor. Un derrame cerebral grave en 1996 le ocasionó una pérdida completa del habla interna.
En su libro Un ataque de lucidez, esto le generó problemas de autoconciencia, pérdida de muchos recuerdos de su biografía más íntima y un progresivo deterioro de las emociones. Según esta neuróloga, el habla interna modela nuestra visión del mundo.
Las personas que pierden esta capacidad debido a deficiencias cerebrales no solo experimentan problemas de memoria o atención, sino que presentan un menor sentido de identidad.
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