Daniel Ortega / El cambio de Valle de La Pascua comienza por mí

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Pensaba que era una persona educada porque era bachiller, de buena familia, sin problemas con la ley y creía que formaba parte de los buenos ciudadanos de este país, resulta que al momento de salir a la calle, a esa edad donde la universidad, el trabajo, la sociedad o los amigos, te involucras y comienzas a relacionarte porque así es el desarrollo de los seres humanos, la necesidad de crecer y participar en la vida.

Entonces comencé a conocer gente; ricos, pobres, obreros, jefes, mujeres, hombres, deportistas, abogados, notando así que algunos de mis hábitos eran diferentes de algunos, pero otros se asemejaban, lo que sí estaba seguro es que sabía menos de lo que creía saber. Por ejemplo razonaba de la siguiente manera y decía frases como:

“Qué importa que lance un vaso a la calle eso lo limpia el gobierno”

“Porqué voy a dar mi asiento en la buseta a una mujer si ella está sana”

“Voy a orinar escondido en esa pared porque ya no aguanto las ganas”

Con esta conducta me formé en una población donde hay muchísimas personas con los mismos pensamientos, eso me llevó a pensar que somos el resultado de una cultura que por las riquezas que teníamos, no valoramos los recursos como el agua, la luz, el orden, la limpieza, las plantas, las calles, la familia, las normas de cortesía, entre otras cosas.

Crecimos siempre pensando “que otro lo haga” o “eso no me afecta”, una indiferencia a la conservación y respeto de los espacios comunes como plazas, calles, buses, universidades, parques, canchas deportivas, cosas que hoy están en un estado de descomposición difícil de recuperar pero no imposible.

Difícil porque hay que comenzar desde cero, y no imposible si entendemos cómo somos y vemos el daño que hemos hecho sin querer, a nuestro país y a nuestra Valle de La Pascua. Tantos árboles caídos para urbanizar y no reemplazarlos, destrucción de canchas deportivas como la de la Púa, desvalijar centros de educación como el Colegio Padre Chacín en esta Semana Santa, botando basura en cualquier lugar, no usando luz de cruce, ni respetando el semáforo.

No barremos el frente de nuestras casas o negocios, bancos como la sede de Banesco-Valle de la Pascua sucio y lleno de monte; si logramos entender que nos hicimos insensibles y hoy vivimos en una anarquía que está destruyendo nuestra armonía y derecho a tener una calidad de vida, si logramos eso: ver y sentir los daños, podremos comprender que si está en nuestras manos proporcionar los aportes necesarios.

Hoy, quien te escribe pertenece a una fundación ecológica donde hacemos todo lo posible por resarcir el daño que se hace a esta ciudad, sea poco o mucho, porque mis vasos en la calle los veo en Tamanaco y en las cloacas colapsadas, hoy hacemos actividades de recuperación de espacios como el polideportivo donde van muchos que piensan o pensaban como yo.

Intentamos mantener con vida regando el samán del hospital y el de la Laguna del Pueblo, y así hemos visto que vale la pena reconocer que no recibimos una buena educación, que sí es posible cambiar las cosas uniendo aportes o acciones; así como dañamos podemos embellecer, recuperar, plantar, pero para ello debemos entender, con humildad, que el cambio de Valle de La Pascua y de Venezuela comienza por mí y por ti.

Daniel Ortega

*Fundación Venezuela Ecológica (Funveco)

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