San Juan de los Morros.- Cuando somos niños, soñamos con la posibilidad de cambiar el mundo con nuestras propias manos. Queremos buscar la cura de una enfermedad, influenciar por medio de nuestras palabras a la sociedad, construir edificios que sean tan altos para tocar el cielo, y dibujar sonrisas con una pinza y un espejo.
Sin embargo, antes debemos escalar una montaña, “los estudios”, que son fundamentales para nuestro crecimiento y desarrollo personal. Y con ayuda de un pico y un arnés, que puede ser el impulso para subir, lograremos alcanzar las nubes… pero hay otra cosa que facilitarán nuestros pasos, y que es muy importante, la pasión.
Steve Jobs decía, “La única forma de hacer un gran trabajo, es amar lo que haces”, Michael Jordán no hubiera podido saltar tan alto, sin pasión, sin amor a lo que hace, y nosotros no creemos que un estudiante universitario no tenga ese sentimiento por su carrera, ya que lejos de elegir o no elegir lo que va a estudiar, en algún momento despertó o despertará su pasión universitaria.
Como es el caso de Karla Fernández, estudiante de segundo año de medicina. Su amor por esta carrera comenzó desde que era una niña, cuando veía a su tía resguardando la salud de las personas como enfermera. “Siempre sentí esa vocación de cuidar y ayudar a los demás, y eso me llevó a estudiar medicina”, comentó.
Para ella aliviar el sufrimiento de los más desafortunados es de vital importancia, ya que permite una buena calidad de vida, porque la salud es lo primero, y para hacerlo más efectivo, cree que es importante el trabajo en equipo.
Roma no se hizo en un día
“Roma no se construyó con una sola persona”, María Reina. Y les aconseja a las futuras generaciones que el trabajo duro tiene su recompensa, y valdrá la pena cuando nos demos cuenta del bien que estamos haciendo.
En segundo lugar, siguiendo por las raíces o vías del área de la salud, se encuentra la enfermería y, dentro de ella, nos podemos topar con la historia de Ana Navarro, estudiante de primer año.
Al igual que Karla, a Navarro le interesó el mundo de la enfermería desde que era una chiquilla, por el hecho de pasar mucho tiempo en el hospital, por sufrir de cálculos renales.
De manera mensual debía recibir un tratamiento por medio de sus vías “había enfermeras malas” a su criterio, ya que por la claridad de su piel no se podían notar sus venas, y no las localizaban, al punto de lastimarla. “Son como las de un niño”, añadió, sin embargo, la tranquilidad y el buen trato de una de ellas, le hizo notar que sí podía existir la bondad y la compasión en las enfermeras.
Por ello, su materia favorita hasta el momento es la autoestima, para Ana Navarro es muy importante lo que sienten los pacientes.
Así, de alguna manera honrar a esos pilares que la ayudaron cuando estaba en un momento de debilidad, porque la enfermería no solo se encarga de la parte física, sino también de la mental, y si ambas partes están bien, el paciente podrá mejorar.
Al finalizar destacó que al graduarse quiere ser como esas enfermeras buenas, para ayudar a las personas de bajos recursos y combatir las enfermedades a través de la empatía, la solidaridad y el amor, porque los valores te hacen humano, y la carrera te hace un superhéroe.
El amor por la profesión
Por otro lado, están las personas que se enamoran de la profesión en el andar. Kamila Ugarte, de tercer año, se prepara para ser una futura odontóloga. Nos comenta que estudió odontología, porque sinceramente no sabía que más estudiar. Ese es el dilema de la mayoría de los adolescentes al salir de bachillerato, y también porque el Sistema Nacional de Ingreso (SIN), le otorgó el cupo para estudiarla en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos (Unerg).
Para ella el primer año no fue lo esperado, pantallas, computadoras y tapabocas se interponían en su camino. Al momento de alcanzar el Segundo año y anestesiar por primera vez a un compañero de clases, dijo, “esto es lo mío”.
Fue la primera práctica que realizó, y luego de percatarse que lo hizo bien, le causó una sensación extraordinaria. El destino le decía que debía estar ahí, y que no todo estaba perdido.
Esta historia similar a la de Osmarly Caseanny, estudiante de ingeniería civil. Cuando ella se graduó no sabía que estudiar, y un día se sentó con su abuela para debatir sobre el tema, y le dijo, “¿Por qué no inscribir Ingeniería Civil?”.
Ella no estaba segura de su decisión, así que empezó a investigar y le agradó mucho lo que estaba leyendo y visualizando sobre la carrera.
Al contar su travesía, recordó un momento muy especial junto a su padre, y sus hermanos, “Siempre ayudaba a mi papá con la construcción”, destacó.
Llenarse de cemento, unir bloques y crear con sus propias manos un espacio arriba de su casa, era su actividad favorita. Quizás al momento de decidir su futuro no tenía muy presente ese recuerdo, pero al narrarlo, sus ojos brillaban por el amor que sentía hacia a ellos.
Lo esencial es invisible a los ojos
Algunas veces lo esencial es invisible a los ojos, decía El Principito. Lo que tenemos a nuestro alrededor pasa desapercibido, nuestro sentir o lo que nos apasiona, esta frente a nuestras narices, y no nos damos cuenta del potencial que tenemos, y solo lo guardamos en nuestra cajita de recuerdos, pero, ¿Por qué lo hacemos?
¿Acaso es por miedo?, tal vez un “sí” sea la respuesta de muchos, pero nosotros le hacemos otra pregunta. ¿Por qué no? ¿Por qué no atreverse?, eso es algo que destacó Carlos Pimentel, cuando conversamos con él. Estudiante con el décimo semestre aprobado de comunicación social y productor audiovisual de Prensa Unerg.
Su pasión por la comunicación social comenzó por el amor a la escritura, intentaba ser un escritor de novelas o de libros. De hecho, aún lo intenta y sintió la curiosidad por el estilo periodístico que servía para simplificar sus escritos.
Hacerlo con un estilo más llamativo, sin embargo, su anhelo de estudiar comunicación social, surgió al ver la película La La Land (un musical publicado en el año 2016).
“Fue una película que me tocó los sentimientos por el momento que estaba pasando, y al mismo tiempo la belleza audiovisual que tenía esa filmación. Eso me hizo sentir que necesitaba hacer un trabajo de esa calidad”, más adelante se inscribió y se enteró que realizaban cortometrajes dentro de algunas materias. Y eso le hizo terminar de entender que se había enamorado completamente de la Carrera. Así nace su pasión universitaria.
“Atrévanse, yo tenía una carrera, y no pensé que iba a estudiar esta, por eso, si Dios pone una meta en tu cabeza, es porque eres capaz de hacerla, y no debes renunciar a eso.
Pasión universitaria
Si vas a inscribirte y te dicen, son tantos requisitos y te devuelves, no harás nada. La idea es que tengas constancia y dedicación por lo que haces, así tú creas que no vale nada, en algún momento te va a dar frutos. Y no solo va a enriquecerte monetariamente, sino que también enriquecerá tu alma”, añadió.
Pero, ¿qué relevancia tiene todo esto para ti?, pues, más allá de saber las historias detrás de cada uno de los alumnos que conforman la universidad, se puede rescatar un mismo objetivo, la pasión universitaria.
La pasión por ayudar a la humanidad, e incentivarla a que ellos también pueden hacerlo, y como todos lo mencionan. Sin ese impulso, sin esa chispa que te motive a pararte todos los días para resguardar una vida, o construir la siguiente Torre Eiffel, o crear una película que fomente que somos capaces de lograrlo, no es posible, porque es como la vela de un barco, sin ella, no se mueve.
Gracias a este reportaje, nos dimos cuenta de que la Unerg tiene profesionales de calidad que se desarrollan de extraordinariamente. Con la ayuda de esa chispa, lograrán cambiar al mundo con sus propias manos.
Trabajo periodístico realizado por María Reina, Nikol Mendoza, Valentina Bocaranda y Daniel Guevara, estudiantes de quinto semestre de comunicación social. Unerg 2024.