San Juan de los Morros.- La canción Caballo Viejo, de Simón Díaz es un tema que plantea la llegada del amor cuando uno menos se lo espera y además de que no hay edad ni tiempo para amar.
Todo el tema planteado es una gran metáfora al comparar tácitamente al hombre con el caballo y a la mujer con la yegua, además de utilizar elementos propios del llamo para armar una historia de amor, de allí que utiliza la expresión “el carutal reverdece y guamachito florece y la soga se revienta”.
El autor plantea una realidad social que se puede dar en cualquier lugar del mundo, una manera diferente de presentar las diversas facetas del amor, como cuando afirma que “el pecho se le desgrana y no le hace caso a falsetas y no le obedece a frenos ni lo paran falsas riendas”. Esas falsas riendas podrían ser los preceptos sociales que muchas veces nos obligan a actuar en contra de nosotros mismos, mientras que los frenos vienen a ser las maneras de hacerle creer a los demás lo que no somos para encajar en una sociedad prejuiciosa.
Entre otras cosas, el narrador se zafa la responsabilidad del amor y se la atribuye al determinismo, es decir al destino cuando afirma que “cuando el amor llega así de esta manera uno no tiene la culpa”. Se lava las manos y le atribuye la pasión sentida a “cosas de la vida”.
Finalmente, cierra la idea indicando que la vida es corta y que, por lo tanto, hay que aprovecharla cuando se puede, en el extracto de la canción que afirma “caballo viejo no puede perder la flor que le dan, porque después de esta vida no hay otra oportunidad”. Es decir, se ama hoy o nunca, porque después no habrá tiempo.
Ramón Figuera
Está mal
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