Simón García / La ruta del sentido común.

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¿Por qué los seres humanos caen en un precipicio? Podríamos suponer que unos lo ven y no le temen; otros lo ven tarde, cuando ya es inútil frenar y finalmente que hay quienes, sencillamente, no lo ven. En la oposición hemos dado muestras preocupantes de que nos situamos en el tercer caso. O algo peor.

Nos hemos empeñado en demostrar que somos humanos, porque cometemos, más de dos veces, los mismos errores. En 20 años, hemos tenido muy pocas victorias que no pudimos sostener y demasiadas derrotas para un mismo costillar. Ante unas y otras, se nos ha disparado la afición de devorarnos entre nosotros mismos. El buen sentido indica la existencia de una falla estructural en las formulaciones políticas o en las élites de la oposición, especialmente en las partidistas que operan más visiblemente.    

Dicen economistas y politólogos, que el gobierno alcanzó un record mundial al triunfar en una comparecencia electoral en medio de una hiperinflación brutal. A pesar de que haya impuesto condiciones propias de un modelo electoral autoritario, como lo hacen todos los regímenes no democráticos, la oposición no logró concertar una política para traducir en votos un descontento que superaba al 80% de la población. El sector que lo intentó, partió sin el músculo suficiente para plantarle un desafío creíble al gobierno de Maduro. Fue una disidencia con coraje, pero que no pudo rematar sobre el valor de votar cuando no se vive en una democracia.

Ahora, ante un nuevo revés, no hay que desperdiciar la oportunidad de cuestionar nuestras verdades automáticas y crear una política pensando en el país que necesita el 80% de los venezolanos y en qué podemos hacer para lograrlo. Ese país, sometido a la sobrevivencia, exige una orientación convincente, una dirección con una estrategia compartida y una relación, respetuosa y eficiente, entre políticos y sociedad.

La costosa hora loca, la disputa interna por tener en solitario una brújula sin norte debe terminar. Algunos recientes pequeñas historias relatan que el impulso unitario es fachada de una lucha por la hegemonía dentro de la oposición y no una competencia solidaria por encontrar las mejore opciones para darle sentido al descontento, ofrecer una alternativa democrática de reunificación a los venezolanos y acordar un nuevo formato de unidad con menos cajitas, más pluralidad y mejor empalme con la gente.

Tal vez sea útil apelar a un alumno de los jesuitas, quien dedicó su vida a pulir la cultura y a librar a la civilización occidental de intolerancias, condenas fanáticas y persecuciones. Este hombre de alegría y fino humor, trece años antes de morir, publicó una especie de diccionario personal de la filosofía. En esas páginas, Voltaire dedica una entrada a comentar la frase “sentido común”, como opinión válida para todos porque contiene razones que podemos compartir. Pareciera que nos hemos blindado contra ese sentido.

El 20 de mayo mostró un país opuesto a las políticas gubernamentales que lo destruyen. La aparente fortaleza gubernamental sigue escondiendo un cuadro de contradicciones y agravios contra el país, que apuntan a la insostenibilidad para continuar actuando como lo hace.

A la oposición, que ya no es sólo la que se expresa en la MUD, le corresponde acometer unida una renovación política que no rehuya los cambios. Y que una, sobre nuevas bases, todo lo que el sentido común muestra como actores de un entendimiento.

@garciasim

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