San Juan de los Morros.- Imposible caminar por nuestras calles y, si te gusta escribir, no desarrollar un tipo de crónica de miseria y desesperanza (¿nuevo género literario?) que será referencia obligada a nuestras futuras generaciones de investigadores a la hora de estudiar este triste periodo de nuestra historia contemporánea.
Esta vez y como siempre ( pues todo parece suceder aquí, en la venida Los llanos de mi ciudad ) se trata de una riña sazonada con palabras soeces frente a la venta de verduras y hortalizas “La gran cosecha”.
El altercado con puños, patadas y mordiscos, aparta y aleja a más de un transeúnte que no quiere problemas. “Dos hebreos que riñen” fue mi bíblico modo de pensar, y casi pregunté, cual Moisés, “¿por qué golpeas a tu prójimo?”, cuando me doy cuenta del motivo de la reyerta.
Y estos, mi amado y caro lector, son los tortuosos diálogos que llegaron a mis cansados oídos:
“”Esas yucas son mías”.
“¡No: yo llegué primero!”
“¡Pero yo tengo toda la tarde esperando!”.
Y echando un vistazo, como quien no quiere la cosa, veo que se trata de un montón de conchas y sobras de yucas. Dos indigentes disputándose miseria y sobras.
Quizá hace unos tres años atrás, no eran los mendigos sin alma que son ahora. Quizá eran personas cultas a las que las privaciones redujeron a esta lastimosa condición. El hambre no respeta títulos ni cultura
Y yo me alejo pensando que, en verdad, “la gran cosecha” alcanza para todo el mundo.
Daniel R Scott