‘Glass’: quién necesita a Marvel y DC cuando tenemos a M. Night Shyamalan

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Caracas.-Como tantos otros de los que, desde siempre, amamos que nos cuenten historias, me crié entre cómics y, a día de hoy, sigo rodeado de ellos. Por esto, no es de extrañar que cuando se estrenó ‘Iron Man’ en 2008, y conforme se iban edificando proyectos a largo plazo como el Universo Cinematográfico de Marvel, mi entusiasmo se disparase por completo y fuese en aumento a cada nuevo lanzamiento y proyecto anunciado.

No obstante, tras disfrutar en mayor o menor medida todas y cada una de las producciones Marvel y DC —por mencionar a los dos titanes de la industria en este campo— y después de haber visto la maravillosa ‘Glass’, he llegado a la conclusión de que, salvo honrosas excepciones, prácticamente ninguna de esas cintas superheróicas logra capturar la esencia del medio original con tanta pureza como lo nuevo de M. Night Shyamalan.

Y es que este cierre de la trilogía iniciada con la excepcional ‘El protegido’ en el año 2000, más allá de su delicioso repertorio de recursos metalingüísticos, supura más noveno arte a través de sus fotogramas que cualquiera de sus congéneres estrenadas hasta la fecha. Y todo sin necesidad de grandes y ostentosos derroches logísticos; tan sólo con ese talento desbordante marca de la casa Shyamalan y con unos irrisorios —pero aprovechados hasta el último centavo— veinte millones de dólares de presupuesto.

El regreso de David Dunn, Don Cristal y Kevin Wendell Crumb, más que como un largometraje notable, podría ser descrito como la mayor carta de amor al mundo del cómic que podría haber firmado el cineasta indio. Porque las imprescindibles dos horas de ‘Glass’ encierran tras su fachada de evento cinematográfico un relato que comprende a la perfección las bases narrativas del medio en el que se inspira, extrayendo lo máximo de él a nivel temático y estructural.

Con ‘Glass’, M. Night Shyamalan alude directamente a esa cualidad intrínseca al cómic pijamero que lo convierte en una herramienta ideal para conectar con las mentes más inadaptadas y ayudarlas a formar parte de algo; concepto que en la viñeta está asociado a la naturaleza marginal y trágica del héroe, y que en este caso se canaliza a través del conflicto de un trío protagonista sumido en una crisis de identidad con la que es muy sencillo identificarse.

Si este magnífico ejercicio de empatía funciona de forma tan efectiva es gracias a unos excepcionales personajes que continúan siendo tan carismáticos, complejos y redondos como el primer día, y a un tratamiento de la búsqueda de su lugar en el mundo que permite elaborar un discurso encantador sobre el arrollador poder de la fantasía y la ficción como herramientas para superar cualquier adversidad a la que nos veamos expuestos. Algo que conecta con esa vis espiritual del cine de M. Night Shyamalan, siempre presente en su filmografía, y que vuelve a hacer acto de presencia en ‘Glass’.

Si el fuerte componente emocional de este thriller de superhéroes resulta gratamente sorprendente, el modo en que el director traslada el lenguaje narrativo del papel a la gran pantalla no se queda atrás. Esto hará las delicias de los lectores asiduos al género, que disfrutarán viendo cómo arcos argumentales, estructuras clásicas y arquetipos cobran vida en un largometraje de acción real que homenajea y bebe sin ningún tipo de vergüenza de sus referentes.

Pero si ‘Glass’ triunfa sin concesiones, no es únicamente por devociones y discursos. En lo estrictamente cinematográfico, la película nos devuelve a un Shyamalan en perfecto estado de forma —tal vez el mejor desde ‘La joven del agua’— que vuelve a hacer gala de su único sello de autor. Su tratamiento de la imagen y su magistral empleo de las ópticas y el encuadre quedan ensombrecidos por su distintivo sentido del suspense, capaz de mantenerte en vilo constantemente y zarandearte con esos plot twists, ya leitmotiv en su carrera.

Pese a no alcanzar el deslumbrante nivel de la primera entrega de la saga, ‘Glass’ supone un inmejorable punto y final para una trilogía ejemplar, elevándose como la película de superhéroes más pura que se ha gestado desde el boom del spandex y los antifaces en la industria. Una auténtica maravilla que nos hace pensar en quién diantres necesita a Marvel y DC cuando tenemos a M. Night Shyamalan.

Fuente

Espinof

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