Katrina Bookman capturó la atención de todo Estados Unidos cuando en 2017 estaba jugando a las tragamonedas con dinero y ganó lo que hubiera sido el más grande jackpot en una tragaperras alguna vez ganado en este país. Cuando se encontraba apostando en la “Sphinx Slot Machine” en el Resorts World Casino en Queens, Nueva York, la máquina le mostró que era acreedora de la increíble cifra de $43 millones.
Tal como nos señala el sitio ruleta-casino.com, cuando la mujer fue a reclamar su premio un trabajador del casino le dijo que no había ganado nada, y le ofreció como compensación un filete de cortesía por parte del casino y $2,25. Como era de esperarse, Bookman no aceptó ni una cosa ni la otra.
Al parecer, la máquina tragaperras había mostrado esa cifra como premio por error, hecho que fue confirmado por la Comisión de Juegos del Estado de Nueva York. El trabajador del casino, supuestamente, fue capaz de detectar esto al momento, razón por la cual le hizo el ofrecimiento a Bookman. Según la comisión anteriormente nombrada, la tragaperras presenta un descargo de responsabilidad donde claramente refiere que “los fallos de la tragamonedas anulan todos los premios y jugadas”, por lo que el premio de Bookman no puede hacerse efectivo.
Bookman decidió llevar toda esta situación a tribunales. El abogado de Bookman, Alan Ripka, había intentado persuadir al casino para que reuniera el premio de su cliente, sin embargo, el casino se negó, por lo que el 14 de junio de 2017 presentó una demanda formal. Esta no sería la primera vez que una persona común y corriente decide demandar a una gran corporación.
Alan Ripka declaró que “no pueden decir que una tragaperras tuvo una malfunción solo porque ellos quieren. Sí fuera así, eso quiere decir que la máquina no estaba inspeccionada ni con el mantenimiento adecuado, y que además todas las personas que jugaron antes de mi cliente no tenían chances reales de ganar”. Ripka también dijo que intentó que el Resorts World Casino le explicara cual fue el fallo de la máquina, pero este se negó.
La demanda reza que el casino donde ocurrió la malfunción de la tragaperras fue “negligente”, que no le dio el mantenimiento adecuado a su equipo de juegos, y que además, Bookman sufrió “un gran tormento” como resultado del incidente, pudiendo derivar en patologías más graves. La demanda incluye también al fabricante de máquinas tragaperras International Game Technology y al operador de videoloterías Genting New York LLC como acusados. Ripkin busca al menos $43 millones en daños y perjuicios para Bookman.
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