Al menos 41 muertos, según informa Reuters, entre ellos dos niños, podría ser el balance del accidente sufrido este domingo en el aeropuerto moscovita de Sheremétievo por un avión de línea Sujói Superjet-100 de la compañía rusa Aeroflot en el momento del aterrizaje.
Hay además seis personas hospitalizadas, dos de ellas en estado grave, y se desconoce el paradero de un número indeterminado de pasajeros.
El aparato despegó del mismo aeropuerto con destino a la ciudad norteña de Múrmansk con 78 personas a bordo, pero regresó 28 minutos después. Era el vuelo SU-1492.
El aterrizaje, considerado de emergencia, fue muy brusco y provocó que el Superjet-100, con los depósitos completamente llenos de combustible, se incendiara de inmediato.
Las imágenes ofrecidas por las televisiones rusas no podían ser más espectaculares, ya que por la pista rodó una verdadera bola de fuego.
Una de las versiones que se maneja es que el avión fue alcanzado por un rayo que, al parecer, provocó un leve incendio en uno de los motores. Había tormenta en la capital rusa. Las llamas terminaron envolviendo a la turbina y el impacto con la pista causó la explosión que extendió el fuego.
Informaciones de la torre de control sostienen que los pilotos informaron de la aparición de problemas, sin especificar de qué naturaleza, y solicitaron un aterrizaje de emergencia.
El Comité de Instrucción se ha hecho cargo de la investigación del accidente. Precisamente fue su portavoz, Svetlana Petrenko, la primera que dio información sobre la muerte de los 13 ocupantes del aparato, incluidos dos menores.
Mientras, el presidente ruso, Vladímir Putin, expresaba sus condolencias a los familiares de la víctimas y ordenó, según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, «prestar toda la asistencia necesaria». Como consecuencia del siniestro, más de un centenar de vuelos fueron cancelados ayer en Sheremétievo y los aviones que llegaban fueron desviados a otros aeropuertos de la capital.