Eduardo Fernández / La red

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Todos tenemos el deber de promover el amor y la alegría en medio de esta realidad caótica que nos ha tocado vivir. La maldad no está en la red, está en quienes la usan para lo malo.

Como todos los grandes inventos de la humanidad, la red puede ser un instrumento para lo sublime pero, también, para lo perverso, lo malo, lo canalla.

La Red puede servir para transmitirle a la humanidad las sonatas de Beethoven, los nocturnos de Chopin. También puede servir para que circulen mentiras, calumnias e infamias.

La capacidad para lo bueno y para lo malo. Todo depende de la calidad humana de los usuarios. De la calidad humana de los usuarios a un lado y al otro de la red. Hay gente que alimenta la red con las cosas más nobles de las que es capaz la especie humana.

También las hay que disfrutan de esa genial invención para desahogar viles sentimientos y para intentar causar el mayor daño posible.

Todo depende de nosotros, de los seres humanos. La tecnología, en cierto modo, es neutra. El ser humano que está detrás de la tecnología es el que le imprime sus valores éticos, sus principios, la elevación y la dignidad de su condición humana o lo contrario de eso.

En Venezuela, lamentablemente, desde que se inició este siglo XXI prevalece un clima de odio, de confrontación, de mentiras y de calumnias. Ese invento maravilloso que es la red, en manos bondadosas y amables será un instrumento formidable para la amistad, para el progreso, para la felicidad de los seres humanos.

En manos de seres perversos, mal construidos por dentro, llenos de amargura y de maldad, la red puede convertirse en un instrumento para la degradación del ambiente intelectual, político y espiritual de nuestro país.

La felicidad es un atributo humano y Divino. Los seres humanos, mujeres y hombres, estamos hechos para ser felices. Apreciar la vida diaria es un reto espiritual y crear alegría a nuestro alrededor, a pesar de las horas tan difíciles que nos toca vivir, es una parte esencial de la Fe.

La vida es bella” es el título de una gran película italiana que narra la vida de un padre con su hijo en un campo de concentración nazi. El padre se propone hacer feliz al hijo y lo logra. Todos tenemos el deber de promover el amor y la alegría en medio de esta realidad caótica que nos ha tocado vivir.

La maldad no está en la red, está en quienes la usan para lo malo. El hombre inventó la música de cámara, pero también la cámara de gas.

La red puede y debe ser un instrumento muy útil para la felicidad del género humano.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández / @EFernandezVE

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