Aragua arde por los cuatro costados. En las noches se observan en pueblos y caminos la cinta amarilla de los incendios forestales.
Los cerros de Villa de Cura son un ejemplo vivo. En las carreteras las lenguas de fuego marchan a su aire.
La carretera Cagua-Villa de Cura muestra las cenizas, los troncos quemados y la flora y fauna sufriendo la irresponsabilidad de quienes no les importa un pito la acción del fuego.
Muchos recuerdan a la policía de la tiranía perezjimenista que se llevaba a cuantos vagos y malentretenidos encontraba en la calle de noche y se los llevaba a apagar la candela en los cerros.
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