Desde que cumplimos los 18 años nunca hemos dejado de votar. Jamás nos hemos quedado de brazos cruzados regalandole el poder al adversario.
En dos oportunidades hemos cumplido con este deber, aún contrariando la línea política de la organización donde militábamos.
Para 1968, cuando estábamos en el MIR, y está organización convocó a la abstención, salimos a votar. Para las elecciones parlamentarias del 2005, cuando la oposición llamó a la abstención, también salimos a expresar nuestra disposición de derrotar al gobierno a través del voto.
Y a los pocos meses me complujo escuchar a la mayoría de los líderes opositores decir que se habían equivocados, al entregar la Asamblea Nacional al gobierno en nombre de una deslegitimación que nunca se produjo.
No podemos aceptarles, a algunos opositores, la mentira con la que pretenden abstenerse, argumentando, que como el TSJ nombró a los rectores del CNE, entonces desde allí nos robarían los votos; olvidando que con unos miembros del CNE, designados por esa misma instancia , le ganamos al gobierno las elecciones parlamentarias del 2015.
Hoy la crisis es mayor. El descontento con la gestión de Maduro marca el 83% de la población. Ahora , se incrementará el número de diputados y las minorías tendrán representación en dicho Parlamento.
Si nos unimos y cuidamos las mesas el camino estaría abierto para repetir la victoria del 2015.
Abstenerse es capitular, callar, rendirse de antemano ; es la nada (Ochoa Antich, dixit). Votar es pelear, protestar y luchar por nuestros derechos. Votar es no hacer lo que Maduro quiere que hagamos.
En fin , votar es hacer el 6 de diciembre la marcha más grande contra Maduro; colocándonos, con energía y disposición de lucha, en largas filas, frente a los centros de votaciones, en todos los pueblos y ciudades de Venezuela, resteados a no dejarnos arrebatar la victoria.