¿Qué puedo decir mi amigo y hermano? No quise que un sepelio y unas flores fuesen el último recuerdo que tuviese de ti.
Porque uno se niega a creer y aceptar que tu espíritu de luchador tenaz de tantos años deba cesar. Porque, a medida que pasa el tiempo, lejos de hacernos fuertes, uno se torna más sensible ante el valle de sombra de muerte.
Todavía no me siento facultado para el buen y correcto uso de la palabra que exprese los elogios que, tratándose de ti, no serían suficientes.
¿Qué me traes a la mente? Tu calidad humana, tu proyección social, la fidelidad en los principios.
Defensor incomprendido de las ideas, luchador a ultranza de todo aquello en que creías, sin detenerte a pensar en las consecuencias.
Un verdadero Quijote, dijera Orlando.
Como dice apocalipsis, amigo Antonio, fuiste fiel hasta la muerte.
*A seis años de su partida.
Por Daniel R Scott.