En días recientes ha surgido una gran controversia por el nuevo tema “La Veneka” del grupo musical venezolano Rawayana.
En la canción se exalta a la mujer venezolana, y si bien en la actualidad el vocablo “Veneka” tiene una connotación despectiva, no siempre fue así, lo que revela la desinformación o falta de memoria de los que se ofenden.
Corrían los años 70 cuando una considerable cantidad de colombianos se radicaron en Venezuela, huyendo del gran conflicto social que atravesaba su país, inevitablemente adoptaron el acento venezolano, por lo que sus propios paisanos comenzaron a llamarlos “venecos” (as).
Lo mismo sucedería con los hijos que procrearon con venezolanos, pero queda claro que nunca el apelativo tuvo la intención de ofender o discriminar.
En realidad, lo que se buscaba era indicar la fusión entre ambos países hermanos, sin embargo, para nadie es un secreto que, en medio de la diáspora venezolana de los últimos años, se colaron muchos amigos de lo ajeno, cuyas acciones delictivas han empañado nuestro gentilicio, lo que ha llevado a emplearse la palabra “veneco” (a) de forma despectiva, metiendo en el mismo saco a cualquier venezolano.
Al consultar La Real Academia Española (RAE) en su más reciente actualización del 2010, nos damos cuenta que esta palabra solo está registrada en el diccionario de americanismos que la define como:
“adj. Pe; Ec, desp. Relativo a Venezuela. pop”; es decir, aunque es un adjetivo despectivo, también dice relativo a Venezuela, indicando que puede adquirir otras acepciones y connotaciones.
Por su parte, la letra de la canción exalta las cualidades positivas de las venezolanas, y sólo por el uso de la palabra “veneka” se ha formado una de muchos que no se han dado cuenta que está escrito “veneka” y no “veneca”, que es la palabra en cuestión.
¿Será que estamos en presencia de una palabra con otro significado o es que los ofendidos están tan cegados en su incomodidad que se les ha pasado por alto el pequeño detalle del cambio de la K por la C?
Ambas opciones son válidas, aunque me inclino por la última, puesto que, en lugar de mostrar una actitud hostil, se debería apelar a la etimología, a la historia de los pueblos y revisar el origen de ciertas palabras que puedan causar confusión o polémicas innecesarias.
En todo caso, hay que abrirse a la tolerancia –de la que tanto se vocifera, pero que al parecer poco se pone en práctica– y disfrutar de una canción que nos invita a resaltar lo positivo que tenemos los “seres venezolanos”, venezonalísimos.