Medios occidentales viralizaron montajes y noticias falsas en torno a la supuesta masacre que perpetraba el gobierno de Muammar Gaddafi contra la población libia. Bajo la figura de Responsabilidad para Proteger (R2P: concierne a la responsabilidad de los Estados y la comunidad internacional de proteger a la población civil contra cuatro tipos específicos de crímenes y violaciones de los derechos humanos: el genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes contra la humanidad), EEUU tomó la batuta junto a la OTAN para invadir y bombardear Libia, y así permitir el acceso a los grupos mercenarios-terroristas de tomar las principales regiones del país africano.
A Libia se le endilgó la etiqueta de “crisis humanitaria” con la intención de profundizar en el expediente de intervención, a pesar de que el país vivía una de sus épocas más prósperas bajo la égida del socialismo árabe de Gaddafi.
La revolución de color en Libia comenzó con protestas “pacíficas” que terminaron en asesinatos bajo el uso de armas convencionales por parte de manifestaciones contra las fuerzas libias de seguridad. Los muertos civiles fueron endilgados a Gaddafi y su gobierno, mientras el Pentágono preparaba la aprobación de las Resoluciones 1970 y 1973 ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que autorizaban una zona de exclusión aérea en territorio libio. Las consecuencias son evidentes hoy, donde el otrora país más prolífico de África es ahora una zona de caos.
Cifras aportadas por Telesur ilustran a más de 20 mil personas muertas por la “intervención humanitaria”, además unos 350 mil refugiados debido a la crisis fabricada por la guerra.
Somalia
Entre pobreza extrema y guerra civil, iniciada a principios de la década de 1990, Somalia ha vivido una de las peores hambrunas de la historia de la humanidad. Según la Cruz Roja, ha matado a 1 millón y medio de personas.
Los dictámenes del FMI y el Banco Mundial en materia política, económica y monetaria sobre el gobierno somalí del dictador Mohamed Siad Barre, aliado de petroleras estadounidenses, encauzaron a tan lamentable llegadero. Las bandas locales en conflicto contribuyeron con el contrabando de alimentos por armas con contratistas occidentales.
En 1993, el Pentágono usó la herramienta de “intervención humanitaria” sobre Somalia con 30 mil marines, en una operación denominada “Restaurar la esperanza”. Conoco Somalia Ltd., petrolera gringa, fue la única transnacional importante que mantuvo una oficina activa en la capital Mogadiscio antes y durante la invasión.
La empresa cedió sus infraestructuras e instalaciones en Mogadiscio para que fueran utilizadas como embajada y cuartel general del convoy especial de las tropas estadounidenses.
Informes y reportes indican que el hambre y la crisis sanitaria en el país africano se multiplicó por 10 veces peor que al principio de la guerra. La “ayuda humanitaria” fue sólo un camuflaje para la militarización de los recursos generales y el comienzo del proyecto de “balcanización” en el Cuerno de África, donde la USAID tiene más negocios en curso, región olvidada por el mundo.
Haití
El abuso en el número de invasiones y ocupaciones estadounidenses de Haití en la historia de la última centuria dio una muestra a EEUU de que debía pensar un nuevo pretexto para volver a militarizar la isla caribeña. En 2010 posicionó otro pretexto para volver a ocupar a Haití, esta vez de carácter lucrativo, y a la que se le sumó la tragedia de 222 mil 570 personas fallecidas por el terremoto, y que dejó a 1,5 millones de personas en la indigencia y pérdidas materiales calculadas en 7 mil 900 millones de dólares.
La nueva “invasión humanitaria” haitiana de EEUU y la ONU tomó el control de la isla e instaló la misión MINUSTAH con más de 7 mil soldados y policías. Cientos de denuncias por abusos criminales (sexuales y de fuerza) de los cuerpos de seguridad foráneos (Cascos Azules, ejército de EEUU) sobre la población haitiana y, además, la ONU recibió una demanda legal de los propios haitianos que sufrieron por la epidemia de cólera causada por la organización multilateral. La enfermedad mató a más de 8 mil 300 personas y enfermó a más de 650 mil desde octubre de 2010, casi el 7% de la población. La ONU no respondió.
Pero la recolonización de Haití venía con una estafa multimillonaria y un asesinato selectivo: en julio de 2017 fue hallado muerto Klaus Eberwein, ex funcionario del Estado de Haití, quien pretendía denunciar a la Fundación Clinton ante el senado de su país por fraude y corrupción en el marco de las “ayudas humanitarias” de Occidente a la isla.
Eberwein afirmó que el 0,6% de las donaciones otorgadas por donantes internacionales a la Fundación Clinton, con el propósito expreso de ayudar directamente a los haitianos y reconstruir infraestructuras vitales luego del terremoto de 2010, terminó en manos de organizaciones haitianas. Otro 9,6% terminó en manos del gobierno haitiano. El 89,8% restante, o sea 5 mil 400 millones de dólares, fue canalizado a organizaciones no-haitianas, y el principal responsable es la entidad que dirigen la pareja Clinton.
Fue una “ayuda humanitaria” que no ayudó.
¿Cuál será la suerte y el destino de Venezuela si llegara a concretarse la fulana ayuda humanitaria?
Desde aquí presagiamos ruina, destrucción y el país convertido en un gran cementerio. No es juego ni palabrería. El ajedrez de la ayuda humanitaria sería un jaque mate a Venezuela.
Politólogo Alex Vásquez Portilla