San Juan de los Morros.- Se fue con la música bicorde de su tambor, no se sabe para donde. A otra parte se fue.
Ese niño tenía ochenta y uno de haber nacido en Caracas. Aquí llegó un día y se quedó para siempre, con esa peculiar manera de caminar, de hablar, de mirar, de sonreír.
El Pollo Figueroa, juglar, actor y marionetero, lo metió al mundo del circo sin carpa, con el nombre humilde de “Ronald, El Payasito Tamborilero”.
Ronald fue nuestro amigo. Y nuestro colega. Todavía conservamos nuestro traje, nuestros zapatos y las pinturas. “Repollito-Lechuguín” nos bautizó el profesor Palmar Lara, en aquellos años sesenta.
Ronald tenía un rostro de felicidad plena, no se quejó de la vida nisiquiera en sus últimos días de indigencia; fue llevado varias veces al Geriátrico y al Hospital, y al poco tiempo, hacía suyas esas calles de Dios.
Perdió San Juan a un hijo adoptivo, la cultura a un Cultor Popular, el arte a uno de los muy suyos, y nosotros a un colega querido, muy querido.
Paz a sus restos. Amén.
Argenis Ranuárez Angarita