Lo que uno pide a Dios, para quienes nos gobiernan, es luz, luz en el entendimiento para que constaten “con sus propios ojos” y no crean toda palabra de los besamanos, adulantes y jalabolas, luz para que vean que es falso de toda falsedad que la economía se recupera, que la inflación está controlada, y que las bolsas de comida que nos venden cada mes, y a veces más, a los bolsas que muchos somos, son una solución cuando en verdad escasamente pueda llegar a paliativo.
Luz para que vean que es mentira que el hampa esté controlada, y que los índices de criminalidad bajaron, y que es un embuste de tamaño mayor que Venezuela haya logrado la cacareada “mayor suma de felicidad posible”.
Luz para que no sigamos en franco retroceso, con vuelta al conuco, regreso al trueque, a fogón con leña, intervención estatal, pésimos servicios, inseguridad inaguantable, enfermos muriendo de mengua, borrachos y drogadictos a granel, estudiantes muertos y heridos por “compañeros” dentro de escuelas, liceos y universidades.
Luz para esos sordos, para que oigan, luz para que esos ciegos puedan ver, luz para que esos insensibles sientan el ruido de las tripas de millones de venezolanos, y sientan taquicardias y bradicardias en los corazones de millones más.
¡Luz, luz, luz!.
Argenis Ranuárez Angarita