España.- Después de 36 jornadas inmaculadas, el Barça se quedó con la miel en los labios. Soñó con firmar una Liga perfecta y despertó en el Ciutat de València, frente a un huracán azulgrana. Comandado por Morales y coronado por Boateng y Bardhi, el Levante de Super López (ocho victorias y un empate en sus diez partidos) firmó una hazaña. La gloria máxima en un duelo con poco en juego.
El choque tuvo un inicio mentiroso. Empezó mandando el Barça, especialmente por el costado de Dembélé. Valverde rescató los extremos y el francés hurgó en la derecha. Tenía buena pinta el asunto, con el centro del campo clásico: Iniesta, Busquets y Rakitic.
El problema estaba en el centro de la zaga, porque Tom y Yerry estaban para pocos trotes. Lo demostró Morales. Se giró al borde del área, arrastró a Mina y le sacó de punto. Metió atrás y Boateng remachó el primero.
El segundo tanto retrató el desinterés del Barça en la contienda. Se lesionó Vermaelen en una carrera con Roger, con esas fibras de cristal que tiene el belga.
Prefirió quedarse con diez Valverde mientras calentaba Piqué, y en el entreacto perdió Rakitic un balón tonto, Lukic probó fortuna por el centro y sirvió a Boateng para que castigara el desatino. Sorteó a Ter Stegen, chocó con Semedo y anotó a puerta vacía.
El error se agrandó nada más entrar Piqué en el campo, porque de su mano el Barça tomó cuerpo. Anticipó y empujó a su equipo a territorio rival, poniendo a prueba el orden granota.
En una arrancada de Gerard la pelota llegó al borde del área, combinaron Suárez y Coutinho y el brasileño armó su derechazo clásico. Muestra poco juego efectivo, más allá de algún cañito que otro, pero disparando es un cañón. Iba bien dirigido, pero tocó en Rober Pier y terminó de descolocar a Oier. Partido vivo justo antes del descanso.
Las burbujas azulgranas duraron poco. Nada más volver de vestuarios tres contras granotas convirtieron el marcador en un escándalo. Bardhi convirtió un golazo por la escuadra, Boateng coronó un gran pase de Luna y el macedonio hizo lo propio con un servicio de Roger. El respetable se volvía al electrónico para inmortalizar el suceso. El líder invicto, goleado en el Ciutat.
La locura se desató después, porque de repente el Barça recordó quién era y lo que había hecho durante el año (San Sebastián o Sevilla). Se retiraron Dembélé e Iniesta, aclamado por el público sabio y agradecido, y Coutinho entró en combustión. Un remate próximo y un remate lejano apretaron el marcador, pero faltaba un pasito.
En un córner cayó Busquets y el árbitro, que antes había distinguido bien una simulación de Semedo o una mano involuntaria de Piqué, pitó penalti. Suárez transformó seguro.
En el tramo final pudo pasar de todo. Pudo remachar el partido Rochina, sustituto del exhausto Morales, al aprovechar un error de Busquets. A puerta vacía, tiró fuera. Y pudo empatar el Barça con varias llegadas venenosas, especialmente con Coutinho.
Allí acabó el sueño de la Liga perfecta. En la mano de un Levante enorme en un partido extraordinario.
Fuente
José María Rodríguez