España.- Messi protagonizó la remontada del Barcelona con una asistencia y dos goles, ante un Girona que, a pesar de irse arriba en el marcador al minuto 2′, demostró ser demasiado blando en la cobertura.
El arranque resultó sorprendente. Uno de los mejores futbolistas de la temporada, Umtiti, cometió un error de confianza a los tres minutos y permitió que el Girona se adelantara. Fue Portu, el futbolista más brillante del conjunto rojiblanco, quien castigó la poca fiabilidad del central francés y lo hizo con velocidad y precisión. Y no sólo en el gol, cada vez que entró en juego generó problemas al Barça.
El ordenado Girona de Machín no compareció en el Camp Nou. Trató de apretar arriba, pero dejó demasiados metros entre líneas que facilitaron la remontada exprés.
Fue Leo Messi quien mejor entendió las facilidades rivales. El argentino hirió cada vez que pudo. La primera vez, cuando conectó con el desmarque profundo de Suárez para el 1-1. Ya iban dos goles en el partido en tan solo cinco minutos.
El Barca merodeó el 2-1 durante un buen rato. Alba se quedó solo y no acertó a rematar, y Juanpe sacó de la línea una vaselina de Messi. El argentino fue el autor del 2-1 tras recibir una cesión de Suárez.
Ese tanto diluyó al Girona en defensa, que ya no se recompuso salvo cuando cruzó el centro del campo. Atrás sufrió una barbaridad. Messi aprovechó una falta para exhibir su picardía. Como Ronaldinho ante el Werder Bremen o Cristiano ante el Bayern Munich, aguantó al salto de la barrera y buscó la sorpresa por bajo. Golazo.
La goleada quedó certificada antes del descanso, con un error en la salida de los centrales que abrió pasillo a Leo y descubrió al nuevo tridente: Messi-Coutinho-Suárez. Tres toques. 4-1. Al descanso.
Valverde ordenó descansos merecidos, como el de Piqué, lastimado en su rodilla, o Rakitic, muy acertado en el pivote. La caída de tensión favoreció a Dembélé, que encontró espacios para lucir su velocidad. Desde banda derecha sirvió el último tanto a Suárez. Y Coutinho, que apareció menos de lo esperado, lo hizo de forma brillante. Controló en la izquierda, se revolvió en la frontal y colocó con el interior al palo más lejano. Otro gol monumental.
Ahí quedó el castigo para un Girona demasiado tierno ante un rival voraz. Después de tantos partidos cerrados y tantos apuros, el Barça rompió a golear. Eso sí, no todo fue perfecto. Suárez acabó pidiendo la amarilla de rodillas, haciendo faltas descaradas para que Alberola le amonestara. El colegiado le castigó… sin sacarle la amarilla.
Fuente
José María Rodríguez