España.- El Barcelona aceptó el pasillo del Villarreal y respondió con un paseo comodísimo en el Camp Nou, que volvió a disfrutar de la magia de Iniesta, en una de sus últimas funciones. Brilló, aunque quien más aprovechó la noche fue Dembélé, con una exhibición oportuna frente a la posible llegada de un nuevo delantero. Dos goles para el francés, en su mejor actuación como azulgrana.
Tuvo su pasillo el Barcelona, y el efecto homenaje se prolongó al iniciarse el partido. Con rotaciones, sin Suárez, Rakitic o Umtiti en el once, el Barcelona se paseó frente a un equipo en teoría más necesitado de puntos. Aún no ha cerrado el Villarreal su clasificación europea, pero decidió que el Camp Nou no era un buen lugar ni siquiera para intentarlo.
Al cuarto de hora ya estaba liquidado el asunto. Dos goles con firma brasileña, pero cocinados por otros. Después de un amago de Messi desde la derecha, falso ariete, Dembélé sacó brillo al carril derecho para burlar la suave vigilancia de Fornals y Jaume Costa, perfilarse en diagonal y rematar cruzado. Asenjo no estuvo fino al tratar de blocar y dejó la pelota suelta para que empujara Coutinho.
La fabricación del segundo invocó a la nostalgia. Una circulación convencional encontró a Iniesta en su sitio y el 8 encontró el hueco por el que filtrar el pase perfecto a Digne. El resto fue sencillo. Cedió el francés y Paulinho cobró la cuenta.
Da la sensación de que Iniesta apura sus últimas funciones en el Camp Nou con el depósito repleto de de talento y sabiduría. Si el servicio del 2-0 es de esos que arrancan la admiración del Camp Nou, el que abrochó el primer tiempo resume una carrera.
Andrés envió un globo exacto, al desmarque trazado por Messi en el interior del área. Por supuesto, el 10, lanzado a la conquista de la Bota de Oro, convirtió con una facilidad, de primeras y con el interior.
Ya en el segundo tiempo, Cillessen poco pudo hacer en el 3-1, un tiro de Fornals desviado por Sansone sin querer. Pero intervino con acierto para detener un cabezazo cercano tras un córner.
El cambio del Villarreal, que respondió tarde a lo que se esperaba de él, coincidió con la caída de tensión azulgrana. Con la faena hecha, el ritmo de juego del Barça cayó en el segundo acto, y más con la sustitución de Iniesta. Relevo protocolario de capitanía, estadio en pie y gritos para don Andrés. Nadie quiere que acabe su último año. Ni él.
Valverde repartió descansos manteniendo nivel competitivo. Metió a Suárez y Rakitic, y sólo hizo un guiño al casi inédito Yerry Mina. Se esperaba que el uruguayo aprovechara el tramo final para anotar, pero quien lució fue Rakitic con un jugadón en la banda derecha.
El croata sorteó a Fornals, eludió a Jaume Costa, se dio un autopase frente a Javi Fuego y, cuando estaba solo, cedió el gol a Dembélé. Ese fue fácil.
El último, en una escapada en el 93′, mostró todo lo bueno del francés: velocidad, habilidad y precisión en el remate. Gran broche a un partido cómodo con el francés reivindicándose. Si no cuaja lo de Griezmann, ahí está él.
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José María Rodríguez