***La niña fue declarada muerta en el útero materno. Sin embargo, ocurrió algo inexplicable para la ciencia: la “resurrección del feto***
Milagros del Valle Candelaria Bermúdez Meza es el nombre de la niña que experimentó el portentoso hecho.
Es hija de Rafaela Meza y José Bermúdez. Los médicos anunciaron a la madre la muerte de la niña que llevaba en su vientre.
Rafaela invocó la mediación de la Madre Candelaria de San José, y ocurrió lo inexplicable: la «resurrección del feto». Según los informes enviados al Vaticano, ello hizo posible la beatificación de la religiosa.
Milagros del Valle nació el 6 de septiembre de 1995, en Altagracia de Orituco, estado Guárico (Venezuela). Cuando asistió a la ceremonia de beatificación de Madre Candelaria, el 27 de abril de 2008, contaba 12 años de edad.
Desde entonces, la iglesia venezolana celebra cada 1 de febrero, la memoria litúrgica de su segunda beata.
Diversos fueron los testigos que, el 5 de septiembre de 1995, conocieron y atendieron a la señora Rafaela Meza de Bermúdez.
Ocho días antes había sido recluida en el hospital “José Francisco Torrealba” de Altagracia de Orituco, con un estado de salud muy complicado debido a la recurrente hipertensión. Este era el quinto embarazo de Rafaela.
Sus cuatro partos anteriores habían sido normales, de acuerdo con los informes consultados por Aleteia en el portal Madre Candelaria de San José,. Rafaela, que entonces tenía 34 años, acudió al hospital por anemia, infección urinaria y pre eclampsia leve. Luego de 29 semanas, el embarazo ya era considerado de “alto riesgo”.
El 5 de septiembre de 1995, a Rafaela de Bermúdez “se le practica un ecosonograma que evidencia que su bebé está vivo, porque se observa claramente la actividad cardíaca y demás signos vitales del feto”, se lee en uno de los informes. En la mañana del 6 de septiembre, Rafaela manifiesta que no siente los movimientos del bebé en su vientre.
En el informe atribuido al gineco obstetra, Edgar Paz González, dice: “la ausencia de actividad cardiaca, de movimientos fetales y de líquido amniótico, diagnosticándose muerte fetal intrauterina”. Es decir, la niña estaba muerta en el vientre de la madre.
Conocida esta situación, “se indica procedimiento médico para evacuar el útero usándose solución de Ringer lactato con 20 unidades de Syntocinon a razón de 20 gotas por minuto, lo habitual para esos casos”.
El 6 de septiembre de 1995, a las 8 y 30 de la noche, se produce “expulsión del contenido uterino”. En este momento llega la intervención divina.
Extraordinariamente se observan “signos vitales”, indica el informe del doctor Paz González describiendo que el cuerpo de la neonata fue trasladado de inmediato a prestarle servicios adecuados: “Feto femenino con dificultad respiratoria, deprimida, inmadura, prematura en peso y edad, talla 40 cm., peso 1.300 gr. y 28-29 semanas de gestación”.
“Dos meses más tarde se reporta a la niña en buenas condiciones de salud, sin problemas aparentes, evolucionando satisfactoriamente”. Fue dada de alta el 13 de octubre de 1995.
En su análisis del caso de la niña Bermúdez Meza, Edgar Paz González dice: “Es inexplicable desde el punto de vista científico su asombrosa recuperación vital “tomando en cuenta que el Hospital donde nació carece de las facilidades de otros centros dotados de tecnología sofisticada para la recuperación y cuidados intensivos necesarios”.
“¿Qué pasó? No lo sé”, expresaría posteriormente a los medios el doctor Carlos Limonghi. “Había cerca de 14 personas observando que el feto estaba muerto y yo busqué argumentos para tratar de negar el diagnóstico, estimulándole la barriga, moviéndola y colocándole una solución glucosada para mover al bebé, pero no había actividad cardíaca. Lo aseguro. Cuando se movió y respiró ocurrió un hecho extraordinario”.
Rafaela pidió el milagro a Madre Candelaria
El lapso que transcurre entre el diagnóstico y la intervención para extraer el feto no fue fácil para Rafaela de Bermúdez. Ante el hecho de conocer que su hija estaba muerta dentro del vientre, “llora y se angustia”, dice la Hermana Arcángela Mora Moncada.
“En estas circunstancias la encuentra en un pasillo del hospital la Hermana Yulima Cañizales, (Carmelita de Madre Candelaria) quien la consuela, anima y le recomienda que le pida a la entonces sierva de Dios para que ella interceda ante Dios y que su bebé nazca vivo”. Yulima le dio una estampita de Madre Candelaria y oraron, dice Arcángela.
“En mi concepto este caso califica para ser tomado como milagroso e investigado cuidadosamente”, agrega también en su informe el doctor Edgar Paz González.
De acuerdo con lo que la Hermana Arcángela detalla en su informe, a la niña se le hizo un seguimiento con peritos en neurología hasta los 9 años de edad, con el objeto de detectar cualquier secuela a posteriori. Siempre demostró buena salud mental y física.
La primera ceremonia de beatificación en Venezuela
Candelaria de San José, cuyo nombre de pila es Susana Paz Castillo Ramírez, nació en Altagracia de Orituco, el 11 de agosto de 1863. Su muerte ocurre el 31 de enero de 1940, dejando un rico legado vinculado a la salud, educación y atención a los más vulnerables.
Vivió en la Venezuela rural de finales del siglo XIX y principios del XX, sumido en una gran turbulencia política, económica y social con hambre, muerte y desolación. El 22 de marzo de 1969 se inició en Caracas su proceso de beatificación y canonización. Benedicto XVI firmó el decreto de beatificación el 6 de julio de 2007.
Aquel 27 de abril de 2008, una imagen gigante de la religiosa carmelita fue desvelada en el estadio béisbol de la UCV, en Caracas, el momento más esperado en la ceremonia de beatificación. Era el primer rito de esta naturaleza que se realizaba en Venezuela.
Ese día llamó la atención la presencia de Milagros del Valle Candelaria, acompañada por sus familiares y amigos. Asistió vestida de blusa blanca y falda tricolor.
Recibió la Comunión de manos del cardenal Saraiva Martins, enviado papal para presidir la ceremonia. Al ser desplegada la imagen de carmelita, fueron muchos los ojos que se humedecieron. Candelaria de San José se convierte así en la segunda beata venezolana.
Fuente: Ramón Antonio Pérez – Aleteia Venezuela