Madrid.- El Liverpool vuelve a una final de la Champions. El conjunto de Klopp evitó un nuevo milagro de la Roma, mantuvo a raya a los italianos y se puso por delante hasta en dos ocasiones gracias a los goles de Firmino y Wijnaldum (0-1 y 1-2) para terminar perdiendo por 4-2 en el Olímpico, aunque el arreón final de los locales los dejó sin tiempo para más.
Milner en propia puerta, Dzeko y Nainggolan, en el 85′ y en el 94′, fueron los autores de los goles de la Roma. Los de Di Francesco lo intentaron hasta el final, aunque la diferencia era casi insalvable.
No hizo falta mucho para que el Liverpool tuviera la primera. Concretamente, un error local. Sólo un fallo. Un mal pase de Nainggolan lo recogió Firmino en el centro del campo, montó un contragolpe y asistió en el segundo exacto, al ritmo perfecto, para que Mané definiera de maravilla delante de Alisson y pusiera el 0-1 de la tranquilidad.
Gracias a su asistencia, Firmino es el único futbolista de la última década que ha marcado al menos siete goles (lleva 10) y ha repartido siete asistencias en una temporada en la Champions League.
Entre Firmino, Mané y Salah han metido 29 goles en esta edición de la Champions League, sólo uno menos que todos los que lleva el Real Madrid.
Aunque la reacción fue inmediata. Y casi involuntaria. De forma fortuita, la Roma consiguió el empate al instante. Un despeje de Lovren se estrelló en la cabeza de Milner y fue directo a su propia portería. En un cuarto de hora, el resultado era de 1-1 en el Olímpico de Roma.
La fragilidad de ambos equipos se pudo comprobar en cada acercamiento. Porque los de Klopp volvieron a responder en el área rival. Tras un córner de Milner y un rechace en el área pequeña, Wijnaldum marcó el 1-2 antes del descanso. El Shaarawy chutó al palo buscando el empate.
El regreso de los vestuarios, aunque no hubo cambios, trajo más movimiento sobre el césped. La Roma no tardó en volver a empatar el marcador.
Dzeko aprovechó un rechace de Karius para anotar el 2-2 y dar algo de esperanza: tres goles más en media parte. De hecho, sirvió también para que Dzeko estire más su buena racha, ya que ha marcado en sus últimos cinco partidos de la Champions League (vuelta contra el Shakhtar, ida y vuelta contra el Barcelona e ida y vuelta contra el Liverpool).
Incluso hubo un penalti que el árbitro no vio por manos del joven Arnold. La Roma estaba volcada, pero los goles no llegaban el tiempo se terminaba.
En el 86, Nainggolan enmendó su error del primer tiempo y mandó su disparo al fondo de la red haciendo el 3-2. Y en el 94 marcó un penalti. Pero ya era el final. Era una victoria triste para los italianos.
Y la derrota más feliz posible para el Liverpool, que regresa a una final de la Champions League más de una década después.
Fuente
Alberto Rubio