San Juan de los Morros.- Octavio Ramón Colina, nacido el 24 de junio de 1935, es alguien a quien antes conocíamos simplemente como “Colina”, de esos personajes de presencia y actitud fuertes.
Proveniente de Pueblo Nuevo de la Sierra en el estado Falcón, tierra del legendario guerrillero Douglas Bravo, por lo cual quizás la gente de allá es considerada “brava”, y Colina no parece excepción a la regla.
Se ha ganado la vida con trabajos varios, y de los muchos años que lleva acá en San Juan de los Morros, recuerda que el primero de sus trabajos fue en Materiales Guárico como caletero gracias a un amigo suyo, y que a diferencia de otros que realizaron labores parecidas, jamás sufrió de la columna, “Cuando batía concreto, ahí si me dolía siempre la cintura”, pero su resistencia se dejó notar, y ninguna secuela negativa quedó de esos episodios.
“He hecho de todo, menos robar” cuando le preguntamos por cuantos tipos de cosas ha hecho, aunque menciona principalmente la venta de café, la cual realiza desde el año 2002, cuando aprovechó la oportunidad del paro petrolero para ver si ganaba unos rialitos extra, y hoy en día es su principal fuente de ingresos, aún a pesar de lo difícil y caro de la materia prima.
En Los Samanes ya no vende su café, y cuando se le pregunta por qué, cita como principal razón el robo de dos de los tres termos que utilizaba, “dejé el termo en el piso mientras cerraba el falso de frente de mi casa, y ahí mismo se lo llevaron, el carajo me estaba cazando”
Aunque otro motivo quizás tenga algo que ver. Su personalidad férrea y aguerrida ha chocado ya con diez personas, a quienes ha “chaparreado” con una larga vara que siempre carga consigo.
De esas diez personas, uno incluso le reto “a que se mataran”, y sin esperar que este señor a todas luces ya mayor aceptara, pegó una sola carrera hasta la Calle Sendrea cuando Colina no se amilanó y lanzó el primer golpe.
Colina dice no tener miedo de nadie que venga a buscarle pleito, pero quizás reconozca que es mejor evitarse problemas que casi seguro se presenten en un lugar fijo.
Este sin embargo, no ha sido el único hecho potencialmente peligroso, nos cuenta que cuando estaba sentado esperando taxi a las 4am, hora en que empieza su jornada, se le acerca un tipo raro con una navaja, se le queda viendo a él y a su chaparro y le pregunta que si “le va a dar con eso”, y el no tarda en responder, que si, si intenta algo. El tipo se va y la cosa no pasa a mayores, punto extra para Colina.
Dice que tiene muchos hijos debido a años de ir rocheleando. Los primeros fueron en Zulia, aunque uno de ellos falleció indebidamente en horas de trabajo mientras cargaba dinero en el banco.
En San Juan tiene uno que conoció tiempo después de concebirlo, un día que salía de su trabajo en la planta de gas de La Villa. Su hijo ya lo conocía a él. Actualmente no se encuentra solo, “yo si tengo pareja, y a mi hijo que trabaja aquí en San Juan”. Lo dejamos sentado al frente de una bodega del barrio, agarrando sombra un rato para luego continuar con la jornada, en una mano el termo de café que aún conserva, y en la otra el chaparro nuevo que aún no estrena.
Diego Ranuárez