Caracas.-Aún recuerdo cuando CBS estrenó ‘Mike & Molly’ con la promesa de ser una comedia sobre gente que lleva la obesidad con humor, de manera positiva y fuera de prejuicios… y lo que nos encontramos era una acumulación de chistes de gordos. El tratamiento de la obesidad nunca ha sido un fuerte de la ficción con varios desastres a sus espaldas a los que se une ‘Insatiable’.
El pasado viernes 10 de agosto, Netflix estrenó la primera temporada completa de ‘Insatiable’, una comedia adolescente en la que Debby Ryan (‘Jessie’) interpreta a una joven acomplejada que decide que, ahora que está delgada, hacer la vida imposible a los que se metían con ella cuando estaba gorda (y la llamaban Fatty Patty).
Ya antes de su estreno, Netflix tuvo que lidiar con dedos acusatorios, más o menos vocales que incluían una petición para su retirada. Según la persona promotora de la petición, esta nueva serie era ofensiva, gordófoba y su visionado era perjudicial.
Los productores (con su creadora Lauren Gussis a la cabeza) y protagonistas, incluyendo Alyssa Milano y la propia Debby Ryan, defendieron la producción hablando de que la serie es una sátira sobre precisamente esa actitud de la sociedad que dicta que para ser feliz hay que tener un cuerpo de diez. Un propósito nada desdeñable salvo cuando no se nota demasiado esa sátira.
Solo hace falta ver el primer episodio para entrar en situación y valoración. Por un lado vemos a Patty, que aparte de estar gorda no cuida su aspecto (porque para qué). Su vida es una pesadilla y en un momento realmente bajo acabará peleándose con un vagabundo. Tres meses después volverá mucho más delgada ya que con la mandíbula rota solo ha podido beber líquidos.
Por el otro tenemos la historia de Bob Armstrong (Dallas Roberts), un abogado cuya verdadera pasión es el preparar a jóvenes chicas en concursos de belleza y que sufre un fiasco al ser falsamente acusado de abuso sexual a menores por la madre de su último clienta.
Así que tenemos el típico caso de “chica desesperada” encuentra a “chico desesperado” y se alían para convertir a Debby en la nueva reina de la belleza y restaurar (o construir) una nueva reputación.
Dice Lauren Guiss que en ‘Insatiable’ quiere reflejar mucho de su propia experiencia y de cómo todo el mundo se metía con ella en su adolescencia por estar gorda. El problema viene cuando todo este discurso se ha perdido camino a la pantalla y nos encontramos con bastante fat-shaming y chiste en torno a tener unos kilos de más.
En este sentido creo que es mejor ponerse a ver ‘My mad fat diary’ o la reciente ‘Dietland’ (de la que voy a intentar hablar en breve) si buscamos algo más reflexivo y humorístico con este tema. E incluso ‘Heathers’ es mejor alternativa para tocar temas de acoso escolar.
Ojo, que el estar uno a gusto con su propio cuerpo no impide ser consciente de los problemas de salud que conlleva la obesidad. Y está muy bien tocar realidades “incómodas”, pero no creo que haga falta traspasar la línea entre ese humor y el hacer sentir mal por sobrarte kilos (o porque te falten demasiados).
Sin embargo, más que el hecho de que podamos considerar o no ‘Insatiable’ ofensiva o “gordófoba”, lo que en realidad evita su recomendación es que es mala. Sus primeros cuarenta minutos son insufribles: llenos de chistes malos y tontos, un guion bastante flojo que intentan enmascarar con voces en off y algún que otro personaje pasado de rosca. Y no mejora en adelante.
No ayuda nada que Debby Ryan no sea creíble en su papel. No sé si es por su pasado de “chica Disney” o porque es bastante limitada como actriz, pero el caso es que a cada episodio que pasa uno no sabe por dónde va a salir.
Probablemente, de no ser por la polémica en torno a ella, ‘Insatiable’ hubiera pasado a ser una de tantas y tantas series olvidables que nos encontramos cada año. Ojalá hubiera sido así.
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