Daniel R Scott / A una semana del mega apagón solidario

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“Un ataque cibernético” (Nicolás Maduro)

“Un ataque electromagnético de Estados Unidos con apoyo de la oposición, o negligencia y corrupción de un gobierno que destruyó la infraestructura.” (El Comercio)

“Es extremadamente probable que el apagón nacional en Venezuela fuese el simple resultado de los problemas de infraestructura del país en vez de una acción cibernética por parte de Estados Unidos, diseñada para sacar al presidente Maduro” (Revista Forbes)

La casi totalidad de este corto artículo lo redacté el segundo día del mega apagón solidario, entre los calores de marzo y bajo la idílica y decimonónica luz de una vela, sin esperar el natural y lógico desenvolvimiento de los sucesos y el pronunciamiento oficial por parte del gobierno que se darían en los días siguientes.

No había necesidad de ello. Nos hemos convertido en adivinos y profetas. Este país y el oficialismo son tan repetitivos y predecibles, que no hay necesidad de esperar qué es lo que va a suceder para sujetarlo a posterior análisis.

Ya sabía yo que, como de costumbre, la proverbial incompetencia gubernamental sería cubierta y limpiada por el ya mil veces manoseado y nada creíble expediente del sabotaje, como efecto sucedió.

El 7 de marzo es un día histórico en el calendario revolucionario: Nos despedimos de la guerra económica y la damos la bienvenida a la guerra eléctrica. Un nuevo y portentoso tipo de sabotaje.

Pero sí, es cierto, no se equivocaron: hubo un sabotaje. Pero, ¿de qué naturaleza? ¿Quién lo llevó a cabo? Hasta que no se demuestre fehacientemente lo contrario, la respuesta es muy simple: se trata de un sabotaje perpetrado por un gobierno incompetente, incapaz de hacerle el necesario y advertido mantenimiento a la querida represa del Guri, hija legítima de la IV república y el puntofijismo.

Cosa sabida es que desde hace años que se venía alertando que esto sucedería. ¿Qué podía esperarse pues? Nada es eterno, como tampoco es eterno el dinero que se destinó para su mantenimiento y, al igual que otros recursos, terminó desapareciendo como por arte de magia en las manos de este mal político y social que lleva el nombre de chavismo-madurismo. Esa es mi tesis hasta que, repito, se pruebe lo contrario.

Y como siempre, quien paga las consecuencias de esa ya perversa y diabólica irresponsabilidad no es otro que un pueblo sufrido que aportó su dolorosa cuota de muertos –porque sí los hubo- en el altar de esta locura política que se conoce como el “socialismo del siglo XXI”, ese calamitoso modelo político que fue echado por la Europa oriental al basurero de la historia y que luego un teniente coronel lo sacó de allí para implantarlo en nuestro país como un panacea universal. Es estúpido debatir sobre el número de muertos que dejó este apagón –como lo pretende Jorge Rodríguez– cuando meditamos en la pregunta del canta-autor Bob Dylan: “¿Cuántas muertes son un exceso?” Sea uno o dos muertos, es mucho y no debió suceder.

Pero este gobierno, especialista en el ya irritante arte de encontrarle responsables a su incompetencia, nos viene con el risible cuento del “sabotaje eléctrico-magnético” –explicado minuciosamente como explica un niño el último de sus videos juegos- y ya hay unas cotorras rojas rojitas del disminuido soberano que se lo creyeron y lo están repitiendo una y otra vez.

Daniel Scott

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