Daniel R Scott / ¿Casiodoro de Reina? 

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***”Fue bueno, respetable, amante de la paz, sabio, experimentado y servicial” (Kinder, Casiodoro de Reina, 79)***

En las primera o segunda página de nuestra Biblia protestante se suele leer unas cortas líneas a las que no le prestamos mucha atención: “Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569)” Las leemos pero nada significan para la mayoría. Se nos va la vida entera y no tenemos la menor idea de quién fue o hizo este personaje.

A Casiodoro de Reina se le conoce vagamente por su muy buena buena traducción de la Biblia a nuestra lengua, y ciertamente es gratificante saber que hoy se sigue leyendo todos los días en los púlpitos evangélicos de habla hispana, pero lo es mucho más cuando descubrimos el carácter noble de quien la tradujo.

Hemos hecho muy mal al ignorar esto, pues se trata de un hombre que no solo vertió en los moldes de nuestro idioma las lenguas en la que fue escrita originalmente la Biblia, (hebreo, arameo y griego) sino que además vivió con toda convicción la letra moral y ética de su traducción.

Su libro “Confesión de Fe” (1560: la primera confesión de fe del protestantismo español) es “muy explícita respecto a las marcas del amor que debían identificar, y por las que debían ser identificados, los auténticos cristianos” (Dra. Doris Moreno, Universidad Autónoma de Barcelona).

El concepto que este tenía de la predicación estaba alejado de la controversia y de la polémica y más centrada en la edificación cristiana, como hace notar en otras líneas la autora antes citada.

En esos días tumultuosos, cuando la Reforma Protestante no solo confrontó a la Iglesia católica sino que se enfrentó a si misma, empeñada en definir a toda costa, por las buenas o por las malas, la doctrina cristiana (cosa que jamás se logró) es bueno saber, repito, que existió un creyente que sin ser débil o cobarde, rechazó la “teología de la violencia” que caracterizó muchas veces a ciertos reformadores a la hora de redactar y precisar dogmas.

Partidario de los derechos civiles sin saberlo, se oponía a la quema de herejes, tan común en sus días. Ante la quema de un teólogo famoso de la época, hizo suyas las protestas de un tal Sebastián Castellion:

“Pero matar a un hombre para defender una doctrina no es defender una doctrina: es matar a un hombre”.

Bajo esta óptica, nuestro personaje nos resulta hoy muy contemporáneo. No sería aventurado decir que un Casiodoro de Reina en el siglo XX no hubiese vacilado en apoyar a un Martín Luther King, quien incorporó la fuerza del espíritu en el campo de las luchas sociales basado en el “sermón del monte” de nuestro Señor Jesucristo.

Debemos pues estar muy orgullosos tanto por su traducción de la Biblia hecha en la mejor época de la lengua castellana como por su espíritu cristiano humanista libre de las manchas que suele dejar el fanatismo y la controversia en materia de religión. Estemos conscientes los cristianos hispanos de nuestro legado.

Daniel Scott

* Lectura recomendada: Casiodoro de Reina: su vida, Biblia y teología: Ensayos en honor del 500 aniversario de su nacimiento. Editor Andrés Nessmer. Editorial Clie.

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