A veces pienso en algo muy triste: ¿cómo es posible que un hombre que combatió en la Primera Guerra Mundial entre 1916 y 1918, y al que se se le otorgaron dos condecoraciones por actos heroicos por el propio Mariscal Fonch, termine en el más absoluto olvido y virtual desaparición?
Y ese fue Andrés Richier, mi abuelo, de los lares de Lyon, Francia. Sí, combatió en el “frente belga”, y terminada la guerra, en circunstancias de las que no deseo hablar y sería toda una historia, un día llegó a la muy criolla población de “Barbacoas”, casándose con la no menos criolla y muy amada y recordada María Mirtala Sánchez, mi abuela?
Ahora yace aquí, apretado y a duras penas, en el sector viejo e ignorado de la necrópolis municipal, a punto de desaparecer por la entrada de nuevos inquilinos.
Si SanJuan de los Morros, Estado Guárico, Venezuela, creará un “Panteón Municipal”, la gente se sorprendería de los personajes célebres que albergaría.
Les lanzo ese hermoso reto a a las autoridades gubernamentales y municipales. ¿Un Panteón Municipal con un José Francisco Torrealba, un Tito Sierra Santamaría y etc?
Ya la República del Zulia lo tiene, y Felipe Pirela es ejemplo.
[…] El pastor Daniel Scott está proponiendo públicamente la construcción de un Panteón Municipal. En el mismo reposarían […]