DANIEL R. SCOTT /En la posada de la Plaza Los Samanes

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DANIEL SCOTT POSADA LOS SAMANES

Acabo de llegar de un largo viaje. Vengo de Caracas. Debo continuar hacia Calabozo pero me detendré por hoy aquí en San Juan de los Morros.
Entré a esta posada encantadora traspasando el umbral de estos viejos portones coloniales. Me siento a descansar, abanicandome con mi sombrero blanco.
Este patio, rodeado de frescos corredores, hermosas columnas y gente afable, está sembrado de verdes plantas y arbustos que brillan bajo el sol del llano.

Más arriba, por encima de las tejas, la fronda de los samanes de la plaza, y mucho más allá, esa formación rocosa a la que aquí llaman los morros, y más arriba un cielo azul purísimo.

Al poco tiempo comienzo a cabecear, dominado por el cansancio y el sueño, mientras oigo rumores de provincias…

Estoy en una pesada duermevela cuando noto que una joven me hace señas para que me acerque.

Me levanté y me dirigí a ella… y de repente me encontré frente a una taquilla en el banco Banesco. “¿Qué desea señor?” me preguntó una joven bien vestida.

Porque, de alguna manera que no alcanzo a comprender, el tiempo-espacio se descoyuntó aparatosamente en fracción de segundos y heme aquí, venido de la década de los cuarenta del siglo XX a este 2020 del siglo XXI.

Daniel R Scott.

 

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