En la calle o avenida Cedeño de San Juan de los Morros comenzaron a suceder cosas extrañas.
Una familia quiso sepultar en el patio de su casa a un pequeño pony al que querían mucho, y en el proceso se encontraron con un esqueleto humano desnudo e intacto.
Impresionados, suponiendo que se trataba de un crimen, la familia llamó a la en ese entonces PTJ para que realizaran las experticias de rigor, pero cuando examinaron la osamenta, esta se pulverizó al instante.
Lo mismo sucedió cuando cierta empresa del agua hacía excavaviones para instalar tuberías en cierto lugar de la calle: se encontraron varios esqueletos que se pulverizaron al mínimo toque forense. ¿Que sucedía?
La explicación no podía ser más simple e histórica: muchos, muchos años atrás, no se cuantos, una vez instalada la catedral, sus alrededores fueron destinados a un cementerio que ni el tiempo ni el urbanismo pudo barrer del todo.
Los restos humanos referidos fueron encontrados detrás de esa catedral y la casa parroquial. En tal sentido, dice mi sobrino Andrés Scott Peña, amante de nuestro terruño:
“Se usaba la zona donde está el Grupo Escolar ‘República del Brasil’ para los comunes, y detrás de la iglesia para los más pudientes y clérigos. No tengo base documental, sólo anecdótica.
Lo que sí está claro en algunos textos es que cuando se decretó la construcción de las escuelas de la serie ‘repúblicas’ se tuvo que exhumar cuerpos de donde hoy en día está el Brasil.”
Lo cual tiene mucho sentido, sea anecdótico o no, nos ayuda a ahondar en esa riqueza que tiene nuestro terruño.
¿Cuántas historias que no sabemos? ¿Quién las rescatará para la posteridad?
Tal como lo recuerdo de mi niñez.
