Quisiera comenzar a la manera como lo hacía muchas veces y ocasiones en las entradas de mi diario: sin nada específico que decir, solo con un sentir en mi corazón que luego yo transformaba en palabras y párrafos.
Más, ¿qué decir? Atascado estoy en este lunes y martes de carnaval, por culpa de una fuerte gripe que a Dios gracias no es el tan temido virus.
Y un silencio total en este ya martes en la noche, un silencio que no le es propio a esta época ni a nuestra idiosincrasia.
Es que en este perverso proceso continuo de descenso-estancamiento, descenso-estancamiento en que ha caído la economía y el país en general, todo lo que nosotros fuimos como nación ha quedado reducido a la más silenciosa desesperanza.
Y sin embargo sé muy dentro de mí que quien habla es este estado de ánimo golpeado por el virus, y sé además que tarde o temprano llegará el día de la redención para unos y de pagarlo caro para otros…