La crisis humanitaria que vive Venezuela ha obligado a muchos venezolanos a emigrar a tierras extranjeras, provocando un éxodo masivo en busca de una mejor calidad de vida, en medio de un escenario tétrico de desolación, miseria y desconsuelo.
Quizás, muchos juzgaran también el hecho de los que hemos “abandonado” el país, tal vez en el momento en el que más nos necesita; pero, cómo no hacerlo, si para nosotros es inevitable levantarnos y no pensar en la dura situación que nos aqueja; donde el costo de vida tiene en el colapso a los venezolanos, con una hiperinflación que ya lleva más de dos años, con lo que se hace imposible sostenerse económicamente, y adicionalmente una terrible crisis social.
El objetivo de los emigrantes es el mismo: salir de nuestra patria en busca de nuevas oportunidades para ayudar a nuestras familias.
Estas son; solo algunas de las razones por la cual en la actualidad me encuentro en Santiago de Chile; donde según la base de datos del Departamento de Extranjería del gobierno chileno, a la fecha residimos aproximadamente 400.000 venezolanos en este país que nos abrió las puertas, convirtiéndose en la primera comunidad extranjera desplazando a los peruanos, solicitando residencia, pateando las calles, trabajando de lo que salga buscando un mejor porvenir para poder progresar, buscando una mejor vida y bienestar para la familia; esa que dejamos en Venezuela, con la promesa de ayudar desde aquí.
Al principio, son todas ilusiones, ansiedades, felicidad porque va a un país nuevo a trabajar y supuestamente estar un poco mejor para desarrollarse como profesional, con calidad de vida; uno cree que como profesional va a conseguir el trabajo ideal, pero la realidad es que actualmente cuesta muchísimo conseguir empleo.
El título solo sirve para solicitar la visa temporaria, muchísimas son las trabas por las que hay que pasar, que si el permiso de trabajo, cuando se tiene permiso de trabajo te piden el RUN (Rol Único Nacional).
Cuando tienes residencia temporal, piden que se tenga visa definitiva, ya en muchos de los avisos de empleos colocan: “abstenerse extranjeros, preferiblemente chileno”.
En fin, cuesta conseguir empleo en Chile, y los que afortunadamente han conseguido empleo, al vencerse el Run, los despiden por esa causal; por lo cual muchísimos venezolanos profesionales se ven en la obligación de trabajar en las calles, de vendedores ambulantes, aseadores, obreros, cuidadoras, meseros.
Trabajos que rechazan los chilenos, y que lo terminan haciendo los inmigrantes por un sueldo miserable.
Aunado a todo ello, debemos enfrentar la xenofobia que se vive; pues muchos chilenos piensan que hemos venido a robarles el trabajo, y te humillan diciéndote: “tú me sacas el puesto de trabajo, tú vives de ayudas, tú crees ser mejor porque vienes con tus títulos”, y así por el estilo, muchísimas acciones xenofóbicas que hay que enfrentar cada día, por las redes, en el metro, en las micro, en los puestos de trabajos, en los organismos públicos, en los centros de salud, etc.
Estoy consciente de que eso es solo una parte del chileno, y que hay mucha más gente dispuesta a aceptarnos a los venezolanos y a respetarnos, pero ese odio y esa exclusión es la actitud que más pesa, la más difícil de combatir y de superar.
Delkis Torres / delkist@hotmail.com