Cuando Brian Chen, columnista de tecnología de The New York Times descargó una copia de sus datos que guarda Facebook, no esperaba ver mucho. “Mi perfil es escaso”, escribió. “Rara vez publico algo en el sitio y pocas veces hago click en los avisos”. Sin embargo, cuando abrió el archivo “fue como abrir la caja de Pandora”, se asombró.
“Descubrí que, sobre muchos de los cuales nunca había escuchado, como Bad Dad, una tienda de repuestos para motos, y Space Jesus, una banda de electrónica, tenían mi información de contacto, que podía incluir mi e-mail, mi teléfono y mi nombre completo”, explicó Chen.
“Facebook también tenía mi directorio telefónico completo, incluido el timbre de mi apartamento. La red social había guardado un registro permanente de las aproximadamente 100 personas que había borrado de mi lista de amigos en los últimos 14 años, incluidas mis ex”.
Decidió averiguar cómo y por qué era posible guardar toda esa información personal sobre él: 650 megabytes, o unas 160 horas de música sobre alguien que apenas usaba la plataforma que creó Mark Zuckerberg.
Al hacerlo, se encontró con otras sorpresas desagradables. “La mayor parte de la información básica, como mi cumpleaños, no se podía borrar”.
Gabriel Weinberg, el fundador de DuckDuckGo, le dijo que como política general, “ellos no borran nada”. La razón es simple y económica: los datos se guardan por si alguna vez ayudan a las marcas a orientar mejor sus publicidades.
Beth Gautier, vocera de Facebook lo reconoció elípticamente: “Cuando alguien borra algo, lo quitamos para que no se pueda ver ni acceder en Facebook”. Pero Facebook no deja de ver o acceder. “También es posible cerrar la cuenta”, le señaló Gautier al columnista de The New York Times. “Borrar todos los resguardos de la información en nuestros sistemas puede demorar hasta 90 días”, advirtió, en ese caso.
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