Edgardo Malaspina / La montaña mágica y la enfermedad

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1  La montaña mágica (1924) está considerada la novela más importante de Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura (1929). En varios capítulos el autor aborda, a través de sus personajes, problemas  sentimentales, sociales, políticos y  filosóficos.  El tiempo, la estética y la música  son los temas recurrentes.

El personaje principal, Hans Castorp, visita a su primo en un sanatorio en Davos  por unas cuantas semanas, y se queda por 7 años. ¿Qué lo retiene? El amor. Hans es testigo de las discusiones entre Settembrini (la democracia, la libertad) y Naptha (el totalitarismo: nazismo  o comunismo, es lo mismo para el autor).

Pero la carcasa sobre la cual se desarrollan todas las tramas de la novela es la enfermedad, y con más precisión la tuberculosis. El tema médico es una constante. El sanatorio es para tratar la tuberculosis, nosología que fue empleada por muchos escritores que la consideraron con un halo de romanticismo: La dama de las camelias (La traviata), La bohemia; y entre nosotros Ananké de Víctor Manuel Ovalles, sobre un caso amoroso, pero trágico sucedido en Valle de la Pascua.

 Lo romántico y la tuberculosis lo notamos en frecuentes expresiones: La eclosión de una enfermedad suele ser algo festivo. La enfermedad hace a la persona fina, inteligente y muy especial. Toda salud superior tiene que pasar por la profunda  experiencia de la enfermedad y de la muerte.

4  Es probable que el propio médico jefe, el Dr.  Behrens ,(1)  haya contraído la enfermedad a través del contacto con sus pacientes. El autor esboza la tesis de que un médico que padece la enfermedad de su paciente está mejor preparado para curarlo, tal vez por eso de la empatía.

 Todos los personajes de la novela son tuberculosos y son sometidos a los tratamientos clásicos propios de la era antes de los antibióticos: aire de las montañas, caminatas, dieta, vinos, tomas de sol, descanso, actividades recreativas y musicoterapia, aunque se enfatiza que  una cascada tranquiliza más que la música.

5  Hay algo de nobleza en la enfermedad,  ella nos concede la libertad más completa, dice Castorp, luego de consultar libros de anatomía, fisiología y patología. Más tarde se interesa por los moribundos del sanatorio, y afirma en nombre de la bondad y el amor que la muerte no debe reinar sobre sus pensamientos. Settembrini le contesta: La enfermedad es algo humillante. Es la dictadura del cuerpo en decadencia. No hay nada noble en ella.

Hans Se enamora de la rusa  Claudia, y cuando ella abandona el nosocomio se intercambian radiografías pulmonares (2). Pero el método fundamental para diagnosticar el mal  era la auscultación pulmonar con un estetoscopio de  Pinard (3).

6  Krokovski, el médico ayudante, profesa las ideas de Freud y afirma que la enfermedad es provocada por la actividad amorosa reprimida. También practica sesiones de “disecciones psíquicas” (psicoanálisis).

Claudia regresa pero con un amante: Peeperkorn, rico y alcohólico, predica como Cristo pero se comporta como Dionisio: “El hombre es divino en la medida que es capaz de sentir”. “El vino es pan líquido”.

El aburrimiento en el sanatorio es definido como “la anestesia de los sentidos”. El termómetro es un “cigarro de mercurio” y la epilepsia es un orgasmo del cerebro.

Algunas frases:

Nos curamos gracias a los venenos.

La decencia está donde no hay espíritu.

El cuerpo es enfermedad y sensualidad que provoca la muerte.

Es servil aceptar los poderes irracionales de la naturaleza sin resistencia alguna.

Cuando uno está enfermo no es más que el cuerpo.

Hay sacrificios egoístas y egoísmos desinteresados.

NOTAS:

  1. El médico alemán Brehmer (1826-1889) fue el primero en el mundo en crear un sanatorio para tuberculosos. Creo que no es casualidad el personaje Dr. Behrens de la Montaña Mágica: sus apellidos son parecidos, aunque nadie de los críticos literarios se haya referido a este asunto.
  2. La radiografía en medicina había sido introducida recientemente por Marie Curie desde el inicio de la Primera Guerra Mundial. Una curiosidad: El escritor venezolano Blas Millán publicó un relato en 1929 denominado “La radiografía”: el pretendiente le regala a su novia una radiografía de tórax, pero la chica era médico y lo abandonó al detectarle una dilatación del corazón.
  3. El Adolphe Pinard inventó el instrumento que lleva su nombre y es usado para escuchar los latidos del corazón del feto.

Edgardo Malaspina

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