Algunos aspectos sobre su ejercicio médico.
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José Gregorio Hernández (26 de octubre de 1864-29 de junio de 1919) con su vida y obra siempre llamará la atención y será blanco de discusiones y polémicas ya que representa uno de esos pocos casos en la historia de la medicina universal cuando se alcanza la inmortalidad tanto en los recintos académicos como en los altares.
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En 1889, durante el gobierno de Juan Pablo Rojas Paúl, se decidió enviar a Paris a un médico de la Universidad Central para estudiar microscopia, bacteriología, histología normal y patológica y fisiología experimental con el objeto de crear laboratorios en cada una de esas especialidades. Fue seleccionado el Dr. José Gregorio Hernández con la misión de adquirir los instrumentos para la instalación de los laboratorios. Hernández estudio dos años en Francia y a su regreso fundó el laboratorio de fisiología experimental y bacteriología .El 4 de noviembre de 1891 el Ejecutivo Federal creó los estudios de histología normal y patológica, fisiología experimental y bacteriología. Al siguiente día, 5 de noviembre de 1891, José Gregorio Hernández fue designado profesor de las nuevas cátedras. Nacía la medicina experimental o fisiopatología en Venezuela y en América.
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Como médico rural una vez dijo : “Es muy difícil curar a esta gente a causa de las preocupaciones y ridiculeces tan arraigadas en el alma popular, creen en el daño, en las gallinas y vacas negras, en las palabras misteriosas con que acompañan sus remedios y en multitud de supersticiones que revelan su atraso e ignorancia”.
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A su regreso de París José Gregorio Hernández examinaba a sus pacientes en el hospital, en las casas y en su propia habitación. Recorría Caracas a pie visitando a los enfermos. Su paso era rígido, dirigía la vista al suelo y siempre rezaba.
Nunca usó maletín a pesar de algunas litografías que lo representan portándolo. Tomaba el pulso, medía la fiebre. No usaba estetoscopio (en algunas pinturas le colocan ese instrumento en su cuello, pero no es cierto), auscultaba directamente a través de un pañuelo. No se sentaba y escribía el récipe de pie.
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Razetti dijo que José Gregorio Hernández “fue médico profesional al estilo antiguo, creía que la medicina era un sacerdocio del dolor humano, siempre tuvo una sonrisa compasiva para la envidia y una caritativa tolerancia para el error ajeno”.
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El Dr. Temístocles Carvallo , sobrino de José Gregorio Hernández, escribió sobre su tío : “De simpático y distinguido talante, sabía acercarse al lecho del paciente , y en postura casi humilde, de ordinario con los brazos cruzados sobre su pecho, escuchaba la historia, escudriñando con mirada viva y penetrante cuanto merecía tenerse en cuenta”.
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Con el tiempo llega a ser el médico más famoso de Caracas. Lo llamaban los pobres, los ricos y sus antiguos maestros le consultaban los casos difíciles. La mayoría de las veces pagaba las medicinas de los más necesitados.
Su popularidad crecía tanto que la compañía telefónica, recién instalada en Caracas, le otorgó el teléfono número uno para que realizara su trabajo.
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Además del ejercicio práctico como médico José Gregorio Hernández fue uno de los 35 fundadores de la Academia Nacional de Medicina, y su busto se exhibe en esta institución académica.
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Hernández ocupó el sillón XXVIII desde la propia fundación de la Academia y se interesó vivamente por el debate sobre el origen del hombre que se efectuaban en la misma. Se declaró creacionista lo que no lo obstaculizó para seguir el riguroso método científico en su profesión. Es así como escribió el primer texto de bacteriología del país (Elementos de Bacteriología) y fundó el primer laboratorio de fisiología experimental, demostrando ser un pupilo destacado de su profesor Charles Richet, Premio Nobel en 1913.
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José Gregorio Hernández fue el primero en realizar en Venezuela el examen de laboratorio conocido popularmente como “hematología completa”.
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Estando vivo Hernández ya su fotografía era colocada en casas y farmacias. Actualmente está veneración es un fenómeno generalizado. Moisés Feldman dice: “Los pacientes, quienes sufren las consecuencias de la crisis, viene al hospital a buscar la ciencia y en su pobreza complementan sus limitaciones en la relación médico-paciente con una estampa de José Gregorio Hernández”.
Edgardo Malaspina