Caracas.-Nos hemos obsesionado con monitorizar todo lo que hacemos. Nuestro teléfono móvil lleva incorporadas de serie aplicaciones que nos dicen cuántos pasos damos al día y cuántas calorías se supone que hemos quemado. Pero hasta ahora había una actividad física que no éramos capaces de medir: la sexual.
Algo que un nuevo condón inteligente pretende cambiar. Se trata de i.Con Smart Condom y en realidad no es en sí un preservativo, sino un anillo para el pene, pensado para colocarse en la base durante la relación sexual, y cuyas funciones son similares a las conocidas pulseras de monitorización: registra parámetros como las calorías consumidas, según cuentan sus creadores en su página web; pero también el número y la velocidad de las penetraciones, la duración del coito, la frecuencia de las relaciones en el tiempo, la temperatura de la piel, o la variabilidad en las posiciones. Un conjunto de datos que el usuario recibirá directamente en su teléfono móvil.
La función ajuste de banda del anillo —que cuesta en torno a los 70 euros— permite igualmente ajustarlo a la diferente circunferencia de cada pene, es decir, que en este caso el tamaño es un factor que no importa. Hasta aquí la parte lúdica del invento.
¿Detecta infecciones de transmisión sexual?
Según declaraban sus creadores al diario británico Metro, este dispositivo permite también detectar infecciones de transmisión sexual; de ahí quizá el nombre de “condón inteligente”. Algo que en apariencia podría ser una buena noticia, si tenemos en cuenta la cantidad de ETS que un hombre es capaz de contraer y de contagiar muchas veces sin ser plenamente consciente de ello, con el riesgo que esto implica para su salud y la de sus parejas de cama. Sentimos que las noticias no sean tan buenas: para Ignacio Moncada, jefe del Servicio de la Urología y de la Unidad del Varón del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, que esta herramienta sea capaz de detectar infecciones de transmisión sexual “es imposible”, ya que para ello “se requiere un estudio microbiológico especializado”.
Otra de las cuestiones que plantea el dispositivo es medir las calorías gastadas durante el coito, que no durante el acto sexual, ya que el aparato solo mide el movimiento pélvico en la base del pene. Sobre esta cuestión Moncada añade que “es teóricamente posible medir el número de penetraciones y multiplicarlo por un consumo energético fijo y así calcular el consumo energético”. Así que si lo que busca es comprobar la tan aclamada tesis de que el sexo adelgaza, este anillo puede ser un buen complemento. En BuenaVida ya le adelantamos que una hora de sexo intenso equivale, por ejemplo, a 10 minutos de surf y otras equivalencias sorprendentes que descubrimos de la mano de u experto en quemar calorías.
Eso sí, no se obsesione demasiado. Sobre los posibles efectos adversos, el urólogo advierte de que esta monitorización tan exhaustiva podría llevar a lo que se conoce como “ansiedad de ejecución”, “es decir, que se esté más atento a las reacciones y a la respuesta sexual que a la propia actividad”. De esta forma, Moncada insiste en que esta herramienta debe tomarse más que como una ayuda a la salud sexual, como “un entretenimiento o juguete sexual”, puesto que “el sexo sano requiere que prestemos atención solo a las sensaciones y al placer mutuo y no a la auto-observación de la respuesta sexual (duración o rigidez de la erección, etcétera)”.
La importancia de lo que no se puede medir
De hecho, desde el punto de vista de la sexología, la satisfacción sexual no pasa tanto por medir cantidades —ya sean tiempos, frecuencias o incluso tamaños—, sino por tener en cuenta la calidad de los encuentros y si las personas implicadas los han disfrutado. A este respecto, la sexóloga Núria Jorba reflexiona que “nadie piensa ‘ese día fue genial porque logramos estar 15 minutos de coito’. La mayor parte de las veces el buen recuerdo tiene que ver con las sensaciones que tuvimos, aspectos imposibles de medir o cuantificar”. Es por ello que la experta valora que “con este dispositivo lo único que conseguimos es una sexualidad más artificial y más basada en unos resultados cuantitativos que en el placer, en la conexión y en la parte emocional”.
Buscando su aportación más práctica, más que como juguete, Núria Jorba opina que se podría valorar como “una posible herramienta terapéutica para casos de disfunciones sexuales, ya que a los profesionales médicos o sexólogos nos podría dar información útil de lo que está ocurriendo en realidad (tiempos, calidad y duración de las erecciones, etcétera)”. Eso sí, añade que “siempre tendría que estar supervisado por un profesional y que el propio usuario no pudiera acceder al dispositivo [con estos fines] sin prescripción”.
Mi juguete sexual me espía
De regreso al juego erótico, esta herramienta —apunta la sexóloga— podría usar del mismo modo que un anillo vibrador, un uso que de hecho también apuntan sus creadores, de modo que ayude a mantener la erección y a evitar que se deslice hacia fuera el preservativo. “Se coloca como un anillo en la base del pene antes de iniciar la relación, pero una vez se haya conseguido una erección”, insiste Jorba. Frente a esa parte positiva, la sexóloga advierte de que al mismo tiempo “puede interferir en la relación, ya que te hace estar pendiente de colocártelo, de si lo tienes bien puesto, de si está funcionando, puede molestar dificultando el placer y las sensaciones, tanto para el hombre como para la mujer”.
Otro de los debates que genera este dispositivo es el hecho de compartir información íntima del usuario a través del móvil, una de las funciones posibles de i.Con Smart Condom. Sin ánimo de ser excesivamente suspicaces, cabe recordar que, al igual que se han filtrado datos de ciertos dispositivos electrónicos, también una conocida marca de juguetes eróticos fue condenada a pagar indemnizaciones por espiar la actividad sexual de los clientes. El aparato también pasaba información del dispositivo al teléfono móvil, y la información era recopilada por la compañía sin permiso de los usuarios. Y no es el eúnico caso: otra compañía tuvo que admitir que su app de control remoto grababa por “error” archivos de audio con la sesión sexual de los usuarios, aunque esta información parecía no salir del móvil de su propietario.
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