Hablar de boxeo con el sonido de la campana o de las tablillas anunciando que faltan 10 segundos para que se acabe el round. Aunado a los gritos eufóricos de los aficionados, es lo mejor que puede existir para alguien que respeta este deporte con el corazón.
Pero esa imagen tiene un agregado extraordinario, ya que con quien conversas de boxeo (lo entrevistamos) es con un campeón olímpico.
Francisco “Morochito” Rodríguez (Medalla de Oro en las Olimpiadas de México 1968. La primera dorada de Venezuela en este evento).
Todo un personaje, con un carisma bárbaro, algunas palabras no se le entiende obviamente por su edad, aunque habla con pasión.
“Lo más grande del mundo es representar al país. En México 68 yo sentí el más grande orgullo llevando el tricolor” lo afirma golpeándose suavemente el pecho y mirándome fijamente a los ojos.
Algo que seguramente aprendió como boxeador, buscando intimidar para ver si nos colocamos nerviosos. Cosas de los luchadores, pareciera que siempre están en el ring, es que la vida misma es un ring.
Recuerdo que esa entrevista fue en el 2017 en San Juan de los Morros. La energía del “Morochito” debe ser envidiada por muchos jóvenes.
En plena entrevista también nos hacía preguntas: “Para ver si usted sabe periodista” parece que ese es el sueño de muchos incomodar a un periodista. Pero él lo hace de manera educativa para mantener mayor interacción con lo que está contando.
Algunos no lo creen, en esa entrevista recibí un golpe del mismísimo “Morochito” en la mejilla, obviamente sin querer. Fue en el momento en que estaba explicando el gancho que ejecutó para ganar la medalla en los Juegos Olímpicos, y yo estuve de ejemplo y se le fue un poquito la mano.
Esa entrevista se mantiene viva en mi memoria, porque no todos los días se da oportunidad de conocer el testimonio de cerca de una leyenda del deporte.
Además de eso se trata de estar consciente cada día de que el boxeo es el deporte de mi abuelo y cuando sea posible lo resaltaré por todo lo grande.
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