“El Gran Showman” cuenta con la excepcional historia real de P. T. Barnum como el material ideal para dar forma al grandioso espectáculo que ha acabado siendo la película.
Tanto es así que poco llega a molestar la marcada tendencia a la superficialidad de la película, ya que te conquista con su forma de abordar los hechos desde el principio y te mantiene hipnotizado durante todo su metraje.
Un soñador a punto de ser devorado por su sueño
Lo que realmente le interesa al guion firmado por Jenny Bicks y Bill Condon es contarnos la historia de un soñador, mostrándonos cómo luchó contra viento y marea por hacerlo realidad y también cómo ese ansia interno de ir a más estuvo a punto de acabar con él. Lo curioso es que eso también encuentra su reflejo en las dificultades a las que tuvo que hacer frente el director debutante Michael Gracey para poder realizar una película en la que empezó a trabajar en 2010.
Ese viaje paralelo también ha tenido sus dificultades cuando ambos creían haber triunfado. Se comenta que la implicación de James Mangold, responsable de la magnífica “Logan“, pudo ir más allá del rol de consejero, y que este podría haberse ocupado de los reshoots “El gran showman” porque Gracey estaba desbordado por el tamaño del proyecto.
Y es que la puesta en escena de ‘El gran showman’ es una de las claves para que la película lleve su naturaleza de gran espectáculo al punto necesario para empezar impactándonos con sus imponentes números musicales y acabar encontrando ese algo difícil de describir que logra ponernos la piel de gallina, al final todo se resume en esa magia cinematográfica a la que tanto solemos aludir sin poder especificar exactamente lo que es.
Hugh Jackman es el gran showman
Es cierto que todo el apartado técnico resulta esencial para que esta obra llegue a ser lo que es, pero todo habría sido en balde de no haber contado con la fundamental presencia de Jackman, quien abraza por completo la naturaleza de su personaje.
Es Jackman quien impide que “El Gran Showman” se convierta en una especie de grandes éxitos en el que los números musicales canibalicen por completo todo los demás. No es menos cierto que el guion añade ciertos dramas inexistentes en la vida real de Barnum y que a cambio pasa por alto otros, pero nunca van más allá de ser un contratiempo que soluciona con rapidez, seguramente demasiada en el caso de su vida personal.
Ahí es donde puedo entender que haya espectador que no conecte del todo con el espectáculo, pero siendo justos, conviene tener en cuenta que esa tendencia hacia lo superficial es algo que aparece desde el inicio del romance entre Jackman y una algo desaprovechada Michelle Williams. Se podía haber ido perfectamente en otra dirección, pero la película tiene muy clara su apuesta y no va a permitir que nadie la detenga.
Lo que sí me llama la atención es que se preste casi más atención a la subtrama romántica centrada en unos eficientes Zac Efron y Zendaya que en la de su protagonista, siendo ahí donde surge un pequeño balón de oxígeno para que Jackman no se coma la película, dejando demasiado de lado todo lo demás. Es cierto que hay una canción para los trabajadores del circo y que hay jugosos apuntes para dar algo más de profundidad a la propuesta, pero lo que realmente importa aquí es el colorido, el optimismo y las ganas de seguir adelante pase lo que pase.
Teniendo eso en cuenta, me cuesta hablar mal de “El Gran Showman” pese a que no está exenta de ciertos problemas que en otros casos seguramente me hubieran molestado más. Simplemente es una propuesta muy decidida y que no está dispuesta a que nadie le amargue el viaje. ¿Qué si me gustaría conocer más a fondo la vida fuera del escenario de Barnum? Sin duda, pero que sea otro quien me cuente ese historia, que muchas veces se quiere abarcar demasiado para darnos realmente poco.
Fuente
Mikel Zorrilla