San Juan de los Morros.- Así, solo con su apellido de merideño de prosapia y abolengo, con el MAESTRO por delante, es suficiente para identificar a un hombre de vida consagrada al magisterio, un padre, esposo, abuelo, vecino, amigo por demás ejemplar. Rafael Acacio Osuna es su nombre, casado con Doña Carmen Peña, nacida en La Victoria, criada en Mérida, padres de cuatro varones: Ramón,- tamaño orgullo el nuestro haber sido su profesor-, Mario, Pedro y David.
El MAESTRO Osuna fue nuestro Profesor de Castellano en la antigua Escuela Industrial San Juan de los Morros, en aquellos convulsionados días de comienzo de los años sesenta. Poco valorábamos por entonces los empeños de ese y de otros maestros. Andábamos en una de derrocar el gobierno de Betancourt y de trasplantar la revolución cubana a Venezuela. Era nuestra obsesión adolescente.
Cada semana, el merideño de impecable presencia, nos citaba al representante. Ni siquiera una irreverencia nos salió contra él, que común eran en uno por ese tiempo. Tiene razón, le decíamos frente al abuelo Pedro, quien se disculpaba en nuestro nombre. Así conocí a quien con el correr del tiempo, sería compañero de trabajo en la misma institución, “cosas veredes Sancho”, hubiese dicho el hidalgo de la Mancha.
Por esos días de los años setenta, vimos, escuchamos y apreciamos palabra y ejemplo de un nacido para triunfar y contribuir al triunfo de muchos. Éramos jóvenes con metas, sueños. Nos entusiasmamos con las ideas pedagógicas de Tolstoi, Mistral, Robinson, Freire y Ribeiro. Nos sumamos a la Educación para la libertad, aprendimos a aprender y eso tratamos de enseñar. Hasta donde nuestra capacidad lo permitió,
Pasó el tiempo, maduramos, valoramos plenamente a quien lleva con sobrado mérito el nombre de MAESTRO y quiso la vida que una nieta suya llamada María -como nuestra madre y como nuestra hija-, se hiciera también hija nuestra y nos diera la honda alegría de ser él, bisabuelo y nos, abuelo de dos varones, inteligencias desbordantes: Israel David y Abraham David, músicos de guitarra el uno y de timbales el otro.
El profesor Rafael Acacio Osuna nos honra con su amistad. Goza de nuestra profunda admiración y respeto. El nueve de éste abril cumplirá noventa años, razón para nuestra alegría. Ese día, Dios mediante, lo visitaremos, le daremos nuestro abrazo fraterno y le expresaremos nuestra gratitud eterna, a quien nos obsequió un día, el tomo segundo de la Historia de Venezuela de R.M. Baralt, entre tanto y tanto que a él debemos.