La vapuleada oposición vuelve por indeterminada vez a montar otro suma-cero, donde no suma y obtiene cero ganancias en una nueva estrategia política que a todas luces indica otro fracaso político.
No saben aún cual es el método para sacar, derrocar o defenestrar a Maduro del poder. Dos son sus causas: sus peleas en lo interno y por la injerencia del imperio gringo que los tiene dando tumbos de un lado a otro por sus impuestas recetas.
La declaración del Grupo de Lima, bien aceitado luego de la visita del secretario estadunidense de Estado, Mike Pompeo, debía surtir el efecto de unir a todas las tendencias opositoras en el propósito común de declarar ilegítimo a Maduro. Pero no fue así porque esta alianza de gobiernos de derecha resolvió otorgarle la soberanía plena a Guyana sobre el territorio Esequibo y sus correspondientes áreas marinas y submarinas.
Los primordiales actores opositores y sus aliados medios de comunicación, le dieron pleno respaldo y agradecieron al Grupo de Lima (o grima) por su pronunciamiento, actitud con la que, de hecho y de derecho, apoyan esa declaración que afecta los intereses vitales de Venezuela.
Razonablemente, unas voces cuerdas brotaron del mundo opositor para alertar sobre esa locura. Claudio Fermín encomendó leer con más cuidado el texto y opinó que el punto en cuestión (el noveno) “es inadmisible”.
El insolente y descarado entrometimos del Cartel de Lima causó por primera vez una reacción negativa dentro del antichavismo.
Uno de los puntos de la declaración del Cartel de Lima creó divergencias, pero la que sazona más la pugna interna es la posición que tomó la Asamblea Nacional en desacato, después de la juramentación de su nuevo presidente, Juan Guaidó, el sábado 5 de enero.
Internamente varios toletes de la ex MUD discrepan en la forma, en el fondo o en los dos.
Están los más violentos, que sostienen que tanto el Cartel de Lima como la directiva conducida por Guaidó se pronunciaron muy “suavecito” y pujan para que sean más contundentes o violentos. Este sector acusa de “colaboracionista de la dictadura” al que no comparta su línea fuerte.
Los más blandengues o moderados, critican la posición de la nueva AN porque no decretó como vacante el cargo de presidente, por el contrario, acusaron a Maduro de pretender usurparlo a partir del 10E.
Lo hicieron así porque no son nada pendejos, si se les ocurría declarar que existe un vacío de poder, tendría el pobre líder accidentado de Juan Guaidó que asumir la presidencia y designar un gobierno transitorio. ¿Con qué culo se sienta la cucaracha? Para tales acciones requieren del respaldo y apoyo decidido e incondicional de fuerzas institucionales, de la FANB, del poder popular e incluso de la mayoría del concierto de naciones del mundo.
Un tercer tolete sostiene que la postura de la nueva AN es ambigua. Enrique Ochoa Antich del Movimiento Juntos, opinó que no tomó partido “ni por el extremismo maricorinista (que propone un presidente paralelo, gobierno en el exilio, otro CNE y nuevas elecciones) ni por la salida del diálogo y la negociación que proponen fuerzas como la que él encabeza y dirigentes de AD, UNT y Henrique Capriles”.
“El discurso de Guaidó no escoge ninguna de estas vías, sino que coloca a la AN en un limbo de radicalismos retóricos sin consecuencia alguna, mucho fuego de artificio, pero ningún acto tangible”, expresó Ocho Antich.
Como “Ustedes pueden ver”, la díscola y dividida oposición venezolana camina derechito hacia otro despeñadero. Qué más da otra raya para ellos. Los venezolanos estamos acostumbrados gozar un puyero con sus fracasos.
No se va Maduro… viene otro barranco opositor.
Alex Vásquez Portilla