Zaraza.- Entre los diversos avatares de mi vida he hecho de todo un poco para ganarme el pan por el camino correcto. En una de esas actividades que la providencia nos asigna para salir adelante en el camino de la vida, me correspondió ser facilitador de la Micromisión Simón Rodríguez.
Durante dos años, me correspondió preparar en el área de lengua y literatura a diez jóvenes profesoras llenas de sueño y muy entusiastas.
Allí me llegó una mañana, carpeta en mano y con una alegre sonrisa, la joven Yajaira Micaela Pérez Quintana.
Se me presentó como zaraceña, locutora, profesora y, sobre todo, con una visión de la vida dispuesta a comerse el mundo.
Así nació mi amistad con Yajaira que se extendió a toda la familia y cada vez que yo iba a Zaraza, recibía una invitación a compartir, comer y echar cuentos.
Sin embargo, en carnaval viajé ida por vuelta y no le avisé que estaba en mi pueblo, pero en nuestra última conversación esa cita quedó pautada para semana santa.
“Quiero que El Tubazo Digital me lance flores”. Así me dijo el lunes 24 de marzo como una manera de solicitarme que le redactara una nota de prensa por haber sido oradora de orden en la sesión solemne en el marco de los 67 años del liceo Eduardo Delfín Méndez.
Así lo hice y al enviarle el enlace de la nota periodística, me respondió: “Gracias mi profe por esas flores tan bellas”.
A los tres días, me correspondió hacer otra nota, pero esta vez con mucho dolor y tristeza ante la ausencia de la amiga que se fue de manera intempestiva.
Así era nuestra amistad, llena de detalles, compañerismo y mucho respeto no solamente con ella, sino también con su madre Yajaira Quintana, su hermana Lucía y su hija Victoria.
Cada vez que compartíamos un almuerzo en su casa, entre chistes y bromas me decía: “escribe un poema sobre esta reunión”.
Ese poema ocasional ya se había vuelto una tradición y lo compartíamos en nuestras redes sociales en cada encuentro.
Ahora, escribo y redacto otro poema, pero en un tono gris, nostálgico para la siempre amiga, extendiéndole el pésame a toda su familia.
Elegía a Yajaira Pérez
I
Duele asimilar tu ausencia
mi buena amiga del alma
sé que debo tener calma
aunque extraño tu presencia
el campo de la docencia
también quedó desolado
hiciste un apostolado
de tu noble profesión
hoy sangra mi corazón
por tu destino marcado.
II
Te marchas sin despedirte
sé que como tú no hay dos
estás al lado de Dios
aunque tú no querías irte
una noche te dormiste
en un sueño sempiterno
ya volveremos a vernos
un tiempo en el más allá
por ahora nos tocará
rezar por tu sueño eterno.
III
Tu tren ya se despidió
alma noble de mi tierra
mujer honesta y sincera
adiós para siempre adiós
tu estrella siempre brilló
en la cima de la Atenas
ya que las personas buenas
dejan huellas imborrables
porque tu trabajo loable
no se borrará en la arena.
IV
En medio de la sorpresa
que nos deja tu partida
te quedaba mucha vida
para continuar tus metas
pero te quedaste quieta
antes del nuevo mañana
buena hija, buena hermana
y una madre incomparable
siempre vamos a extrañarte
Yajaira Pérez Quintana.
Autor: Ramón Figuera