Elías Jaua Milano / No tengamos miedo

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El chavismo como expresión de una de las más amplias alianzas de fuerzas populares y patrióticas que se haya conformado en Venezuela, obra de nuestro Comandante Chávez, no ha tenido miedo frente a los sistemáticos ataques del Imperio más poderoso del mundo. Golpes fascistas, sabotaje petrolero, injertos paramilitares, guarimbas terroristas, amenazas de invasión militar, guerra económica sostenida, sanciones y bloqueo económico de facto, nada de eso ha podido detener nuestra voluntad de defender la Independencia y de construir una sociedad donde quepamos todos y todas con igualdad, justicia y dignidad, nuestro Socialismo Bolivariano.
Para continuar el camino victorioso de la Revolución Bolivariana, el chavismo tampoco debe tenerle miedo a ejercer su derecho a interpelar y a protestar contra el burocratismo autoritario, contra la corrupción, contra lo mal hecho y contra la indolencia que mina la moral de un pueblo que ha tenido y tiene el coraje de enfrentar las más graves agresiones imperiales. 

El campesino tiene el derecho a defender sus tierras y a reclamar acceso a financiamiento e insumos para producir alimentos; el servidor público tiene derecho a luchar por su salario frente a la especulación salvaje del capitalismo y a reclamar un trato digno dentro de sus instituciones; el trabajador tiene derecho a demandar que las empresas de propiedad social sean bien gerenciadas y tengan los insumos y repuestos para producir y tiene el deber de denunciar el desvío de la producción hacia las mafias de bachaqueros; el comunero tiene derecho a exigir que se le reconozca como un sujeto de gobierno real en su territorio; el estudiante tiene derecho a protestar por un servicio de alimentación regular y de calidad; los pobladores de los barrios y caseríos tienen el derecho de alzar su voz contra el abuso policial, de los revendedores de gas y del abuso agravado de los transportistas; el militante del PSUV tiene derecho a plantear con libertad sus opiniones y a ejercer plenamente su soberanía popular.

Como cantaba Alí Primera: “Aunque diga groserías el pueblo tiene derechos”. El pueblo también tiene el deber de abandonar la pasividad frente a tanta ignominia del capitalismo salvaje y del burocratismo autoritario. Tiene el deber de organizarse para luchar por sus derechos.

Por eso celebro las acciones de protesta pacífica ejercida por organizaciones de base del Poder Popular, esta última semana, la primera en la Comuna Comandante Adrián Moncada, en Lara, donde toda la comunidad evitó el decomiso ilegal, por parte de policías municipales, de los sacos de azúcar destinados a la distribución planificada; la toma pacifica del Instituto Nacional de Tierras en Barinas, por sectores campesinos revolucionarios, denunciando los desalojos y asesinatos de sus compañeros en ese Estado; y la contundente respuesta de los CLAPS de la Av. Fuerzas Armadas, en Caracas, ante el intento de desalojo forzoso por parte de funcionarios judiciales y policiales al colectivo de jóvenes que administra una exitosa experiencia de distribución planificada de pan, en la panadería La Minka. Igualmente, destaco la refundación del Comité de Usuarios de la Vega, para hacer frente al atropello de los dueños de líneas de transportes, que humillan a nuestro pueblo. 

La rebelde esperanza del pueblo comienza a tomar calle, de manera organizada y pacífica, y eso es garantía de vitalidad para la revolución bolivariana. Recordemos la frase de nuestro Comandante Chávez. “Uds. tienen derecho a criticar, a interpelar, a demandar, a protestar, pero no abandonen nunca la revolución”.

La dirigencia revolucionaria no debe tener miedo al pueblo que interpela y protesta. La dirigencia revolucionaria debe cada día más confiar en los sujetos del Poder Popular que heroicamente han protagonizado las más recientes victorias electorales, en una demostración suprema de madurez política. Asumamos el pensamiento de nuestro Padre Simón Bolívar “Confío más en el buen tino del pueblo frente a las grandes resoluciones”.

El IV Congreso del PSUV debe ser el espacio para que los poderes creadores del pueblo se expresen libremente y se produzca el parto de las ideas revolucionarias que nos conduzcan a despejar el horizonte hacia la estabilidad política, económica, social y a la restauración del tejido ético de nuestra sociedad.

No nos convirtamos en una clase política, en términos del autor Gaetano Mosca, es decir una dirigencia política cuyo último fin es perpetuarse en el poder a través de un manejo administrativo de la política. No hagamos un Congreso gatopardeano, “donde todo cambie, para que nada cambie”.

Convirtamos el IV Congreso del PSUV, en el espacio para la reunificación de nuestras fuerzas, la transformación democrática de los métodos de dirección y para la construcción de las soluciones concretas, a partir del debate franco de los problemas que confrontamos. 

No le tengamos miedo a las bases, apostemos a que del ejercicio de su soberanía se relegitimen y emerjan los auténticos liderazgos. Construyamos hegemonía democrática, es decir orientemos y convenzamos ética y políticamente. 

Militantes del PSUV, Uds. tienen derecho a debatir y a elegir. Yo no tengo vuelta atrás, con nuestro Comandante digo, “Me la juego con las bases, me la juego con el pueblo”. Por el camino de Chávez, y no por otro, siempre venceremos. 

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