Caracas.- Elías Jaua no tiene muchos sitios a dónde ir. Así aseguró el exministro de educación, fuera de su cargo desde septiembre del año en curso, decisión que dio inicio a una serie de tesis sobre su postura contra el gobierno de Nicolás Maduro y que privó en su salida del gabinete.
Sancionado por Estados Unidos, Panamá y la Unión Europea, reconoció que, aún sin un cargo en el oficialismo, no sopesa la idea de irse de Venezuela.
En entrevista para la BBC, el político no quiso dar detalles del porqué fue apartado por el presidente. “Digamos que fue una decisión acordada. No hay rupturas. Hay momentos en que uno quiere asumir otro papel. Lo importante no soy yo, sino que el país cierre la fractura entre los factores políticos y construya un programa mínimo de unidad nacional que recupere la estabilidad política para poder empezar a recuperar la economía”, dijo.
Precisamente la economía de Venezuela es el principal dolor de cabeza nacional, hoy con una hiperinflación histórica que ha impactado aún más fuerte desde que el fenómeno apareció en noviembre de 2017.
“Hay un problema estructural de la economía venezolana, su cultura rentística petrolera”, reconoció Jaua, quien no dudó en señalar las manchas del chavismo en este aspecto. “No haberla superado, y en algunos casos incluso haber profundizado en ella, es uno de ellos”.
“Muchas veces hemos actuado con inexperiencia en algunas áreas de gestión”, confesó.
La falta de correctivos estuvo ligada al nacimiento de un entramado de corrupción que hoy muestras números y en donde antiguos funcionarios y hombres de confianza de Chávez aparecen como responsables de la grieta.
“La corrupción nos ha hecho un grave daño (…) sin duda uno fue no haber combatido desde el principio este flagelo estructural”, indicó el exministro, quien recordó un episodio de 1999, cuando una decisión influyó sobre lo que hoy empaña a todo un país:
“En el interior del proyecto bolivariano debatimos entonces si había que iniciar una especie de operación manos limpias, pero se consideró que eso afectaría a la estabilidad política del nuevo gobierno y que nuestra prioridad en esa primera etapa era atender la emergencia de pobreza que había en el país”.
“Fue una decisión política y yo creo que fue un error. Porque dejamos intacta la estructura de corrupción, especialmente el sector privado, que es el gran corruptor en Venezuela”, agregó.
Maduro es el referente del oficialismo, aquel sobre el que Chávez puso toda la responsabilidad en diciembre de 2012 durante su última alocución.
“Chávez no tenía tiempo y en aquellas circunstancias era lo único que garantizaba la unidad del chavismo”, expresó; no obstante, no hubo un comunicado directo del mandatario sobre el porqué.
“Yo no sé las razones por las que escogió a Maduro”, comentó.
“Como había sido canciller era quien tenía mayor proyección internacional y uno de los fundadores del movimiento que tenía buenas relaciones con toda la dirección política. Pero es mi interpretación, nunca el comandante nos dijo por qué lo eligió”, consideró.
“A los gobiernos hay que valorarlos en su contexto. Preguntémonos cómo hubieran sido las cosas si Maduro no hubiese sido sometido a todo el proceso de desestabilización del año 2014 cuando tendió la mano para un diálogo nacional y se encontró como respuesta la violencia de ese proceso de protestas llamado La Salida, si no hubiera sufrido la agresión extranjera”, siguió.
Más allá del respeto que pueda tener por el presidente, aún quedan las dudas sobre su situación y cómo su trabajo fue puesto a un costado, algo ligado a la propuesta de trabajar con nuevos líderes políticos, debate rechazado en el último congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
“Lo propuse, no para el presidente Maduro, sino para el resto de la dirección. Se dijo que no era el momento y no se permitió la discusión”, lamentó.
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