Hay que apoyar a Yoneisy, que quedó con mil hermanos, con mil hijos, mil jóvenes sedientos de amor, de patria, de tu liderazgo de Fernando.
Nuestro hermano hoy se une en el cielo a William Lara, el Gaitán de Venezuela. Después de un corto período, hoy lo recibe Juan Marín, padre de esta generación política guariqueña.
Quiso la providencia que fueras el mentor del futuro hecho presente, que fueras el guía de hombres y mujeres, quien en sus mocedades, párvulos, asumen la hermosa tarea de construir la patria del mañana, como lo hizo José Félix Ribas.
¡Tenías que ser llanero! Para heredar la convicción y la valentia de los centauros, quienes con lanza y caballo nos dieron la preciada libertad, bien inestimable de la Primera República. Hoy cabalgas a su encuentro con dorman de oro, con galope tendido al Olimpo de los Libertadores.
Hoy conocerás a Lazo Marti y su Silva Criolla, hoy consultaras a Luis Sanojo, padre de la Jurisprudencia Nacional, para definir nuestra lucha sobre la defensa de la Guyana Esequiba.
Lazo Martí y Sanojo son los únicos civiles guariqueños en entrar al Panteón Nacional, los palmaritales, el horizonte indómito y la imponente represa están acorde, para recibir en su seno, la magestuosidad de tu persona.
Tienes mucho de los dos; poeta y abogado, tienes muchos de los dos, intelectual y acucioso amante de las leyes. Tienes lo más autóctono de los dos. Todos son calaboceños.
Hoy las lágrimas nublan la vista ante el dolor de la inesperada separación. Hoy, somos un puño cerrado para resistir la angustia de la despedida, pero también somos un puño cerrado para avanzar, luchar y vencer. Como lo hizo Bolívar, como lo hizo Chávez y como lo hiciste tú, Fernando.
Hoy, la aflicción de tu despedida me permite recordar a mi hermano catire, legislador novato igual que tú. Pero con espíritu gigante, para aportar su pasión por la dignificación de nuestro pueblo, por alcanzar la tan anhelada justicia social. Al verlo en el Edén, dile que lo amo y que lucho todo los días para no mancillar sus esfuerzos.
Doy gracias a Dios por contar con tu amistad