Eligio Damas / ¿El ministro Reverol, de Relaciones interiores, rompió el diálogo o le mandaron a romperlo?

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No me caí de la silla porque no estaba sentado en ninguna. Pero si salté del pequeño sofá colocado frente al televisor de la estrecha salita de estar de mi casa. La sorpresa fue mayúscula. El ministro Reverol al dar el parte del triste acontecimiento de “El Junquito”, donde resultaron muertos varios venezolanos, de un bando y otro, dijo palabras más o menos, que detectaron el sitio donde se hallaban los alzados en armas contra el gobierno, “por informaciones obtenidas en la mesa de negociación de Santo Domingo”.

No voy a pronunciarme sobre la veracidad o no de lo que aquél dijo, sencillamente porque no me consta y tampoco me gustaría saberlo. Cuando uno ha vivido la experiencia de la lucha clandestina y sabe de la detención de compañeros que pudieran hasta perder la vida, sabe del dolor que eso genera. Pero también sabe de la angustia del perseguido o potencial apresado y se aterra, no tanto por el trato que a uno pudieran darle, sino la duda que siempre se carga de poder soportar la tortura para no delatar a los compañeros de causa. Esa es la gran diferencia entre un luchador por una causa noble, sin importar se pueda estar equivocado, y quien simplemente se pone al margen de la ley o legalidad por motivos pragmáticos o simplemente delincuenciales. Quienes se mueven en este mundo, el de la delincuencia común, generalmente no tienen conflictos de moral y si tienen que denunciar a un cómplice para salvarse lo hacen sin mucho miramiento, salvo el temor a la venganza de quien sufre los efectos de su delación. Por eso uno, al perseguido al margen de la posición que asuma, no deja de tenerle compasión y pena.

Digo lo anterior para dejar sentado como me impactó aquella afirmación del ministro, según la cual, alguna gente de la que asiste a las conversaciones en Santo Domingo en representación del bando opositor, había delatado a los localizados en “El Junquito”. Son vainas de la moral y hasta ética de quien ha vivido la vida clandestina y por ende la ilegalidad por un motivo elevado.

Pero mi asombro no llegó hasta allí. Hubo algo más trascendente. Suponiendo verdadera la versión del ministro, es decir que alguien de la oposición “les tiró el dato”, lo que en principio y al final me ha resultado incomprensible e incoherente por distintas razones que aquí no voy exponer, me pareció como poco diplomático que el gobierno, por intermedio de su ministro de Interiores, diese aquella información al público. Lo primero que imaginé y así se lo dije a mi compañera a mi lado, “se jodieron las conversaciones de Santo Domingo”.

Es elemental. Si lo que dijo Reverol es cierto, nadie en la oposición, menos en la comisión que acude al diálogo, va asumir esa responsabilidad. Todos lo van a negar porque admitirlo tiene un alto costo político y moral. De modo que el gesto del gobierno produciría, como produjo, una reacción unitaria en la dividida MUD u oposición hasta por asuntos de sobrevivencia y de solvencia ética. Era de esperar que todos negasen esa información y hasta responsabilidad y en consecuencia, por un asunto de supervivencia, optasen por romper el diálogo aunque fuese por unos días a manera de protesta por aquel gesto del gobierno. Esto mismo dije a mi compañera.

El ministro Reverol es un militar. Y uno, por vieja maña derivada de la historia nacional de la cual algo conocemos, pero no todo y esto podría ser un ejemplo, ante aquello optamos por creer que había cometido un desliz. Pues aun siendo cierto que alguien de la MUD u oposición, les suministró la información que llevó a localizar a los envueltos en la refriega de “El Junquito”, lo pertinente por muchas razones, el político con experiencia clandestina bien sabe de eso, era mantenerlo en secreto. Es más, voy a decir algo, ese desliz puede poner en peligro la vida de alguna gente, hasta quien nada tiene que ver con eso.

También por esto último, a los participantes en el diálogo en República Dominicana no les quedaba otra opción que no acudir a la cita o levantarse de la mesa a modo de protesta y hasta de protección.

Vuelvo otra vez a meditar. ¿Reverol por militar, falta de experiencia política incurrió en un desliz? ¿Simplemente se le fue la lengua?

A esta altura de mi vida me cuesta creer eso. Los militares nuestros están lo suficientemente preparados y adiestrados como para no cometer esos errores tan infantiles.

Por esto último me asaltan las siguientes preguntas:

1.- ¿Le ordenó el alto gobierno a dar esa información delicada, verdadera o falsa, para romper el diálogo?

2.- ¿Tuvo como finalidad ahondar la crisis de credibilidad existente entre los integrantes de la MUD?

3.- ¿Acaso lo anterior, aunque pudiera favorecer intereses inmediatos del gobierno, no daña los generales de los venezolanos, en el sentido que el diálogo sea exitoso?

4.- ¿Será que Reverol respondió a la línea o posición política de un ala del gobierno contraria al diálogo?

Lo que puedo decir por ahora, es que de ser cierto lo que encierra la última pregunta, el Ministro pudiera ser destituido en las próximas horas. De lo contrario se fortalece el contenido de las tres primeras. Lo que si me atrevo a asegurar es que no es pertinente seguir sustentando lo que pensé al principio y en la primera oportunidad movido por la sorpresa, que Reverol cometió un desliz.

Aporrea

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