Caracas.-Unos cien billones de microorganismos alojados en nuestros intestinos configuran el llamado microbioma humano, implicado en un montón de funciones básicas, como la digestión y el fortalecimiento del sistema inmunitario. Del equilibrio de este ecosistema dependen nuestra salud y calidad de vida.
Por eso la ciencia se plantea abordar enfermedades de todo tipo desde el conocimiento de nuestras tripas. En ese sentido, científicos del Instituto Wellcome Sanger y del el Instituto Europeo de Bioinformática (Reino Unido), y del Instituto Hudson de Investigación Médica (Australia), acaban de publicar en Nature Biotechnology el hallazgo de más de cien nuevas bacterias presentes en nuestro microbioma.
Estos investigadores han reunido la colección más completa hasta la fechas de bacterias intestinales humanas, lo que ayudará a sus colegas de todo el mundo a entender los mecanismos que hacen que nuestro microbioma cuide nuestra salud y el papel que juegan las bacterias en las enfermedades.
El nuevo recurso permitirá a los científicos detectar qué bacterias están presentes en el intestino con más precisión y rapidez que nunca. Esto también proporcionará la base para desarrollar nuevas formas de tratar diversas enfermedades, como los trastornos gastrointestinales, las infecciones y los fallos del sistema inmunitario.
Alrededor del 2 % del peso corporal de un ser humano se debe a las bacterias, y el microbioma intestinal es un territorio que reúne una importante población bacteriana y un contribuyente esencial para la salud humana. Los desequilibrios en el microbioma intestinal pueden contribuir a patologías y afecciones complejas como la enfermedad inflamatoria intestinal, las alergias al síndrome del colon irritable y la obesidad.
El problema es que muchas especies de bacterias intestinales son extremadamente difíciles de cultivar en el laboratorio, por lo cual hay una gran laguna en el conocimiento que tenemos de ellas. Los autores de esta investigación estudiaron muestras fecales de 20 individuos del Reino Unido y Canadá, y a partir de ellas cultivaron y secuenciaron el ADN de 737 cepas bacterianas individuales.
Su análisis reveló 273 especies bacterianas separadas, incluidas 173 que nunca habían sido secuenciadas previamente. De estas, 105 especies jamás habían sido aisladas.
Según Samuel Forster, del Instituto Wellcome Sanger y el Instituto de Investigación Médica Hudson de Australia, y principal autor del artículo, “este estudio ha llevado a la creación de la base de datos pública más grande y completa de bacterias intestinales asociadas a la salud humana. El microbioma intestinal juega un papel importante en la salud y la enfermedad. Este importante recurso cambiará fundamentalmente la forma en que los investigadores estudian el microbioma”.
Además, aparte de en enfermedades como el asma o la obesidad, los microbios intestinales podrían tener un papel relevante en la aparición del autismo, la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental. En el intestino, hay unos cien millones de neuronas que conforman el sistema nervioso entérico.
Estas células nerviosas están en comunicación constante y bidireccional con el resto de neuronas a través del eje intestino-cerebro. De hecho, las bacterias intestinales regulan los niveles de serotonina, un neurotransmisor que modula el estado de ánimo y la sensación de bienestar.
No es de extrañar que la flora intestinal se haya postulado como la explicación a determinados comportamientos. Hace tres años, un equipo estadounidense observó que los ratones con una alimentación rica en grasas presentaban alteraciones de conducta. Los científicos inocularon bacterias intestinales de roedores que se habían alimentado con una dieta rica en grasas a otros animales que habían seguido una dieta normal.
Y observaron más ansiedad, problemas de memoria y conductas repetitivas en los ratones receptores, así como otros problemas relacionados con la inflamación, independientemente de si eran obesos o no.
Hallazgos como este han hecho que la neurociencia se empiece a fijar en este campo y encuentre en la flora intestinal nuevas pistas para entender el cerebro. Asimismo, se trata de encontrar nuevas sustancias neuroactivas para tratar trastornos mentales usando bacterias. Hace un lustro que se bautizaron como psicobióticos a estos candidatos a fármaco: organismos vivos que, ingeridos en cantidades adecuadas, tienen un beneficio en pacientes con enfermedades psiquiátricas.
Por ahora, falta más investigación en humanos para conocer bien sus efectos y evitar las complicaciones secundarias del tratamiento.
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