Miami.- A los 42 años, Enrique Iglesias ha sabido llevar su vida en dos planos paralelos: El personal muy hermético, y el profesional con el turbo puesto. En diciembre reafirmó lo primero con una obra maestra en el arte de la discreción: tener mellizos con su pareja, la extenista rusa Anna Kournikova, de 36 años, sin que la prensa se enterase hasta después del parto. Y mientras los medios y paparazis se preguntaban cómo la pareja había logrado ocultar el embarazo, Iglesias, estrella del pop internacional y padre primerizo, ignoraba el revuelo y preparaba su siguiente asalto al mundo del pop.
Lo anunció el martes en sus redes sociales con unas imágenes del vídeo que acompañará el tema y que se estrenará el 12 de enero, “El Baño“, una sorprendente colaboración con Bad Bunny, príncipe emergente del trap puertorriqueño. En el adelanto, Iglesias aparece en una bañera sumergiéndose vestido en el agua, con los ojos cerrados, su respiración haciendo subir burbujas, con la misma serenidad con la que evade a los mirones.
Eso hace el cantante español más célebre mientras fluyen las preguntas curiosas sobre su vida privada. “Es un artista que todos los años entrega un mega hit, que siempre está con su dedo justo en el botón de lo que funciona a nivel global”, dice Leila Cobo, experta en música latina de Billboard.
En cuanto a su privacidad, medios de EEUU han revelado que la pareja ordenó levantar un muro de cinco metros de alto alrededor de su mansión en Miami, una casa de 35 millones de dólares al borde de la bahía, en una isla privada a la que no hay acceso para los curiosos por carretera, aunque sí por mar.
La discreción del Enrique Iglesias adulto es el resultado de la alta exposición mediática que sufrió en su infancia, al ser hijo de dos celebridades como Isabel Preysler y Julio Iglesias. Muy independiente aunque con don de gentes y cultivador de sus amistades, Iglesias disfruta como quiere del poco tiempo con los suyos y cierra la puerta a la vida social.
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