Caracas.- Detrás del origen de esta sencilla y eficiente técnica culinaria hay mucha biología, química e incluso algo de misticismo. Conoce el origen del “baño de María”.
Es tan sencillo como valerse de una hornilla y dos recipientes; uno grande y uno pequeño. Procedemos a calentar la hornilla para verter agua en el bol de mayor tamaño y así colocarlo sobre el calor. Luego, llevamos el envase de menor tamaño, con algún ingrediente que queramos calentar, al interior del envase con agua y dejamos que el vapor haga lo suyo.
Baño de María
Este simple procedimiento nos facilita la preparación de recetas, no obstante, a veces la simpleza tiene razones complejas de ser.
Como suele suceder con todo lo cotidiano, pocas veces reparamos en su origen, pero, ¿qué hubiese sido de la física si Newton no se hubiese preguntado por la manzana que le cayó encima? O también pudiésemos preguntarnos… ¿qué hubiese sido de la gastronomía sin el baño de María? Y… ¿por qué se llama así?
El origen del baño de María, se remonta a muchos siglos atrás. Y su nombre se debe a la primera mujer alquimista de la historia.
Alejandría, Egipto, 332 A.C: Mítica y legendaria ciudad fundada por Alejandro Magno. En este momento histórico, la metrópolis era el centro del mundo, punto de convergencia entre Oriente y Occidente, tránsitos culturales, y cuna del mayor alijo de conocimiento de la historia, la biblioteca de Alejandría.
Se presume que la biblioteca de Alejandría era el epítome del conocimiento.
El estudio y aplicación de estos saberes, terminaría, naturalmente, influenciando una de las expresiones culturales natas del ser humano: la culinaria.
A todas estas, ¿quién fue María?
El baño de María recibe su nombre de una persona real.
María la judía, también conocida como María la Hebrea, o incluso como la profetisa, fue una química que vivió en Alejandría, que tiene la mención de haber sido la primera mujer alquimista de la historia de la cual se tiene registro.
Es importante acotar que la alquimia, en aquel entonces, era una ciencia ampliamente practicada y estudiada que consistía en el estudio de los elementos y sus propiedades, especialmente los metales, para así lograr transmutarlos en otros materiales, como por ejemplo, el cobre a oro.
A pesar de que no se sabe si alguien realmente logró este hazaña, los alquimistas eran eruditos, y siempre pretendían alcanzar una amalgama entre las propiedades materiales de su entorno, así como las de su propia alma, para poder trascender y conocer los secretos del universo.
Es algo complejo, y existe mucho material interesante al respecto, sin embargo, es menester entender que los alquimistas innovaron en el área de los instrumentos, y es aquí donde radican los orígenes del baño de María.
A María la Judía se le atribuye la creación del Tribikos, un alambique compuesto de tres brazos, que se utilizaba para fundir metales y recoger sus vapores, de manera que sus facultades pudiesen ser estudiadas.
Otra creación fue el Kerotakis, que tenía la misma función almacenar vapores pero con una estructura más compleja.
Ambos procesos son ampliamente usados hoy día en la industria química, no obstante, el proceso que se quedaría con la gastronomía sería mucho más sencillo.
Los alquimistas constantemente debían trabajar con sustancias a una temperatura estable, esto, era un problema puesto que trabajar los materiales con fuego directo requería de tiempo y minuciosa supervisión para que no se quemaran.
La solución que ofreció María a esto fue práctica: calentó arena y piedras sobre las cuales colocaba un envase con agua a hervir, y dentro de este, otro recipiente con los materiales que necesitase en el momento. De esta manera, lograba mantener un temperatura constante sin temor a dañar la mezcla.
Debido a su fácil procedimiento y las similitudes que tiene con la cocina de esa época, este método no tardó en ser implementado para preparar recetas y experimentar con alimentos.
El pragmatismo del baño de María fue un éxito, que, desde su invención ha sido utilizado durante siglos, y al día de hoy todavía forma parte de la preparación de exquisitas recetas como crème brûlée, cheesecake, infinidad de postres con chocolates, toppings y lo que la imaginación nos permita en la cocina.
Nuestro colaborador y profesor de Cocina, Rubén Darío Rojas, comenta sobre este método:
Es una técnica muy útil, se puede aprovechar el tiempo en la cocina. Versátil, porque se presta para trabajar alimentos delicados como lácteos sin temor a que se arruinen.
Indudablemente, tenemos mucho que agradecerle a María la Judía, y aunque no se sabe mucho más de su vida, su legado de alquimista, al igual que su nombre, trascendió a las cocinas de nuestros hogares y paladares.
Fuente
Alejandro Romero