Madrid.- El Real Madrid encontró el deseo que tantas veces le faltó para superar al flojo Deportivo con una autoridad que no recordaba y sumar su primer triunfo en el Bernabéu de 2018.
Zidane seguía siendo un misterio a la hora de manejar los hilos. La BBC, que no ha jugado junta en esta crisis, parecía asomarse 273 días después de su última aparición. Pero tampoco. El giro fue Mayoral, premiado por su horrible partido de Leganés, que no jugaba de titular desde la cuarta jornada.
Isco resultó el damnificado, pero puestos a afeitar el centro del campo, Kroos no luce mucho mejor que el malagueño. ¿Asensio? Suplente. Es justo decir que todo esto tan incomprensible le salió bien.
Después de algunas llegadas a los dominios de Rubén, con Modric más protagonista sin la sombra de Isco, el Madrid se fue desordenando poco a poco. Empezaban a morderle las imprecisiones en el pase, la carencia de ideas, la falta de ritmo y, en general, el escaso interés que le va en esta historia llamada Liga. El Deportivo había aprendido a dar más de tres pases seguidos cuando se sacó un gol de un saque de banda.
Andone prolongó, Lucas centró y Adrián, a la espalda de Marcelo, remató. Simple, porque no hay que hacer prodigios para lograr un tanto en Chamartín. El Bernabéu sigue velando armas para la Champions porque ni siquiera silbó. Anda entumecida la afición blanca después de tanto golpe.
La respuesta del Madrid, sin embargo, fue excelente hasta remontar antes del descanso. Encontró la motivación y el orgullo en el fondo de un armario donde no se quería asomar desde el Clásico. Casemiro y Nacho ganaron todos los duelos individuales hasta empezar a arrinconar al Deportivo, intimidado por la resurrección.
Contribuyó a la reanimación la mejoría de Marcelo, que primero la mandó al poste y después se la dio a Nacho en su segunda asistencia de la temporada (sí, sólo dos). El empate sólo fue el paso previo al 2-1, una perogrullada a simple vista, pero no en esta temporada para el Madrid.
Se vio venir porque el Deportivo se había descompuesto y el Madrid siguió picando hasta que Bale la mandó a la escuadra en una jugada en la que Cristiano reclamó un penalti a Fernández Borbalán, que, después del derbi, es casi lo mismo que pedir Gibraltar a Gran Bretaña.
El Madrid siguió aplicándose tras el descanso. Quizá lo que le faltaba era un poco de dedicación. El Deportivo dejó más espacios que es una forma de quemarse a lo Bonzo en el Bernabéu y el equipo blanco encontró al mejor Bale, cuya insultante zancada habla de un futbolista superior que encuentra atajos constantes hasta el gol. Lo marcaría de cabeza, tras un córner.
Con la tranquilidad del 3-1, el equipo blanco empezó a intentar rehabilitar a Cristiano, que seguía sin marcar. Parecía haber perdido el portugués el don de estar en el sitio oportuno. Llegaba siempre tarde al remate cuando antes era el primero de la clase. Conoce el oficio, pero le falta el olfato.
El Bernabéu le perdonó después tras otro fallo garrafal antes de sus dos goles. El trato fue espectacular. Cuando salió Benzema, la BBC se reunió por primera vez desde el 23 de abril. Los hinchas del Madrid silbaron a Karim y disculparon a Mayoral. Debe ser porque Borja es de la cantera.
Una combinación entre Bale y Cristiano, cuando el equipo de Zidane jugaba a placer, la embocó Modric. El Deportivo había dejado de existir y para los rotos delante de Keylor estaba Nacho, espléndido.
Llegaron después los goles de Cristiano, el segundo excelente, que le llevó a la caseta por un golpe en la cara tras un remate de cabeza. Nacho cerraría después del 7-1 para festejar su gran tarde, para sellar la reconciliación del Madrid con el mundo.
Fuente
Jesús Sánchez